Notas Sobre 43 Normalistas Ayotzinapa Desaparecidos en Iguala Guerrero
El Discurso
Jueves, 09 de Octubre de 2014
Crimen de Normalistas conmociona al Pais. Foto Octavio Nava
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Se reproducen fragmentos de algunas de crónicas de los últimos días, que han dado luz a lo ocurrido en Iguala donde estudiantes de la normal de Ayotzinapa fueron agredidos resultando 6 muertos, 20 heridos y 43 desaparecidos todo esto en el Estado de Guerrero:
Vuelve a Iguala el ‘‘usted disculpe’’/ La Jornada, por Arturo Cano
…El espacio de las fosas está delimitado aún por cintas amarillas, pero nadie impide el paso, nadie cuida la ‘‘escena del crimen’’ (ya por la tarde, a otros colegas que lo intentan se les impedirá el paso).
Al lado de una de las fosas hay un montículo de ramas, hojas y cenizas: uno de los lugares donde habrían quemado los restos antes de echarles tierra encima.
Un amarillento periódico local publica fotografías que dice son de los cuerpos hallados en este paraje de Pueblo Viejo. Cuerpos putrefactos, pero enteros, e incluso personas con ropa y con los rostros reconocibles. Se muestran esas imágenes a un empleado del forense local. ‘‘Esto no es nada de lo que yo vi’’, se encoge de hombros. Se le pide precisión. ‘‘Eran restos. Quemados. ¿Cómo decirle? En lugar de espalda, sólo un trozo de piel’’.
El fondo de las fosas está lleno de agua. No. Más bien de un espeso líquido de aspecto jabonoso donde hay agua de lluvia mezclada con humores humanos, moscas enormes y tierra. Nauseabundo, fétido, podrido, ninguna palabra describe el olor que despiden las tumbas marcadas con banderines rojos y amarillos de la procuraduría local (…).
“Nos cazaron como perros”/ Proceso, por Pedro Matías
“Los disparos eran a matar. Nos cazaron como perros, como si fuéramos peor que unos delincuentes”, relató un estudiante de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” de Ayotzinapa, Guerrero.
El compañero de estudios de Christian Tomás Colón Garnica, de 18 años, quien se encuentra en la lista de los 43 normalistas desaparecidos, recuerda la pesadilla que vivió el 26 de septiembre, cuando fueron sometidos a balazos por policías municipales de Iguala, Guerrero.
El delito de Christian, dice, “fue ir a pedir cooperación”, y por ese motivo “fuimos sometidos a balazos el día viernes. El primer atraco fue a las ocho y media de la noche del 26 de septiembre de 2014, cuando regresábamos de ir a botear para sostener las prácticas docentes y demás cosas que en la escuela nos hacen falta, ya que por parte del gobierno de Guerrero no es suficiente”.
Esa noche, cuenta, “varios compañeros quedaron heridos y los policías se llevaron a otros en sus patrullas”.
Cerca de las 11 y media de la noche, cuando se daba la conferencia de prensa, vino el segundo ataque, donde quedó herido gravemente el indígena huave Edgar Andrés Vargas, originario de San Francisco del Mar, Oaxaca. Una bala le impactó en la boca, quedando gravemente lesionado (…)
‘Le arrancaron la piel y los ojos’/ El Mundo, por Jacobo G. García
Fue una masacre. A mi compañero le pegaron un tiro en la cabeza y se debate entre la vida y la muerte. Yo tengo un disparo en la pierna y al ‘Chilango’ le arrancaron los ojos y la piel de la cara. Faltan además 43 compañeros de esta escuela y no pararemos hasta que los entreguen, explica Juan, un alumno que la noche del 26 de septiembre se libró por poco de estar en una de las seis fosas que conmocionan a México.
“Éramos unos 80 alumnos, salimos a por tres autobuses como habíamos hecho otras veces. Solemos ‘tomarlos prestados’ un par de días par ir a las manifestaciones, en esta ocasión a la del 2 de octubre en la Ciudad de México que rememora la matanza de Tlatelolco, y luego los devolvemos”.
En la pista de baloncesto de la escuela de magisterio de Ayotzniapa, junto a retratos de Lenin o Marx, Juan Pérez (nombre ficticio) traga lágrimas y saliva con cada frase. Mientras enrolla en la palma de la mano una tortilla de maíz, hace pausas largas para explicar la noche más siniestra que se recuerda, misma en la que desaparecieron 43 compañeros de magisterio que nadie ha vuelto a ver y que se intuye pueden estar en las fosas encontradas el domingo.
Piel oscura, pantalón rasgado y unas ropa tan limpia como remendada infinidad de veces. “Íbamos con los autobuses cuando una patrulla se puso delante y nos cortó el paso. El policía que la conducía salió corriendo y varios alumnos bajamos para moverla. Yo estaba delante con mi compañero ‘La garra’ moviendo el coche cuando oí un balazo,miré y me di cuenta que estaba en el suelo y su cabeza echaba sangre sin parar. De repente aparecieron muchos más policías que disparaban sin parar. Ráfagas que venían de todos los sitios hasta que otra bala me alcanzó a mí en la rodilla. Como pude corrí al autobús y durante veinte minutos rodearon el vehículo y abrieron fuego a mansalva, sin parar. Los cristales, las ruedas, la chapa…todos estaba destrozado y lleno de agujeros mientas aguantábamos tirados en el piso del bus, bajo los coches, escondidos.
En la segunda refriega aparecieron más policías que disparaban al resto de estudiantes que bajaron de los otros autobuses. Juan ya herido vio entonces como a otro ‘compa’ le daban en la boca y le dejaban en carne viva todo lo que va desde la frente al mentón.
“Nos estaban masacrando los policías en la calle Gálvez. Luego llegó otro vehículo con más gente armada que siguió abriendo fuego.Todos corrimos del lugar intentando escapar pero nos agarraron por la fuerza y metieron a los compañeros en la patrulla. Estaban muy bien coordinados y yo escapé de milagro. En un primer momento pensé que irían a comisaría pero cuando volví al lugar, unas horas después encontré a ‘El chilango’, tirado en el piso. Le habían arrancado la piel de la cara y le habían vaciado las cuencas de los ojos. Parecía una calavera. Ahí supe que esto era distinto” concluye entre lágrimas.
Tras la matanza se destapó la gran olla podrida que son algunos municipios como el de Iguala donde la policía está en la nómina del crimen organizado. La policía Federal (nacional) fue a por el alcalde pero este había huido un minuto antes. Luego detuvo a los 22 policías municipales que participaron en la matanza. Gracias a la confesión de uno de ellos, que reconoció haber matado a 17 estudiantes, se encontró la fosa de Pueblo Viejo donde han aparecido los 28 cadáveres que se están identificando.
¿Una advertencia del ‘narco’ a los estudiantes? ¿se le fue la mano a la policía? ¿masacre premeditada?…Por el momento sólo los forenses y algún habilidoso fotógrafo ha podido llegar al macabro escenario pero un policía que custodia el lugar relata lo que vio nada más llegar:“mire, es como si hubieran hecho una gran barbacoa. Primero una fila de jóvenes tumbados y alineados, encima madera y paja, luego otra fila de jóvenes y más madera, luego otra y así sucesivamente como si fuera un sandwich. Luego les echaron diesel y le prendieron fuego” recuerda (…).
México: el vértigo de la muerte en las fosas de Iguala/ BBC, por Juan Carlos Pérez Salazar
Lo primero que golpea es el olor: acre, penetrante, nauseabundo. Después se ve la primera fosa: un hueco de un metro y medio de diámetro por metro y medio de profundidad.
Parece imposible que aquí, a las afueras de Iguala en Guerrero, alguien haya apilado 28 cuerpos en seis fosas como ésta, para luego quemarlos. Pero así lo hicieron.
A poco menos de 200 kilómetros al sur de Ciudad de México, hay seis fosas, una detrás de otra, rodeadas por cintas amarillas de la Procuraduría.
Dos periodistas llegaron antes que nosotros y deambulan por el lugar. Luego arriban más.
Todos buscamos lo mismo: el sitio donde el sábado pasado fueron encontrados, apilados uno sobre otro y carbonizados, más de dos docenas de cuerpos (…).
‘Vi que policías se los llevaron’/ Reforma, Staff
Iban a “botear” a Huitzuco, pero ya eran las 18:30 horas, así que acordaron sólo ir a Iguala por los autobuses ya contratados y llevarlos a la Normal de Ayotzinapa.
Los estudiantes llegaron a la central de autobuses por Iguala en dos camiones y partieron de ahí como a las 20:30 horas del viernes 26 de septiembre en dos grupos, uno de tres vehículos que salió por el norte y otro, de dos camiones, que se fue por el sur.
“Cuando de pronto, en la calle Juan N. Álvarez, a la altura del zócalo, empiezan ráfagas de arma. No nos percatamos que fueran para nosotros porque nosotros no íbamos agrediendo a nadie, no íbamos robando ni nada”, narró uno de los jóvenes sobrevivientes al ataque que estaba en el convoy de tres autobuses.
Unas camionetas se les acercaron y hombres armados les apuntaron y dispararon al aire. Luego se fueron.
“Seguimos avanzando en los autobuses, dos Costa Line por delante y un Estrella de Oro detrás de nosotros. Ya para salir al Periférico Norte se nos atraviesa una camioneta que llevaba una mujer. La dejó ahí estacionada y se fue”.
Ante la desesperación, los alumnos se bajaron para intentar mover el auto.
“Llegaron muchos policías ahí enfrente del autobús. Unas seis camionetas, quizás, de policías municipales. Y empezaron a disparar.
“Hirieron a un compañero en la mano derecha. No pudimos mover la camioneta (que bloqueaba el camino) y a un compañero que estaba atrás de ella le pegaron un impacto en la cabeza, ahí fue donde cayó el compañero”.
Unos 15 normalistas, incluyendo este testigo que por razones de seguridad no dio su nombre, se refugiaron entre el autobús que encabezaba el convoy y el segundo.
“Teníamos muchos policías atrás, ellos empezaron a bajar a los compañeros que están desaparecidos hoy”.
Y es que la mayoría de los estudiantes decidió viajar en el último autobús, que era en el que habían llegado a Iguala.
“Intentamos levantar a otro compañero, pero los policías no nos dejaban: nos apuntaban y nos tiraban”. Él se encuentra en coma (…).