Guiomar Rovira Zapatismo y 4T proyectos antagonicos
Hector Gonzales/Aristegui Noticias
Jueves, 12 de Septiembre de 2024
Los Zapatistas ahora enfrentan a grupos de narcotraficantes protegidos por Gobierno. Foto Octavio Nava
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El 1 de enero de 1994, desde la selva lacandona, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional se dio a conocer en México y el mundo. Su objetivo era llamar la atención y revindicar los derechos de las comunidades indígenas. Vía el Subcomandante Marcos se convirtió en un referente de la rebelión, frente al auge del neoliberalismo.
Una de las primeras periodistas en viajar al corazón chiapaneco para conocer a detalle el movimiento guerrillero, fue la periodista y ensayista Guiomar Rovira (Barcelona, 1967). Tras su primera inmersión a la médula del EZLN publicó Zapata vive, crónica que hoy vuelve a circular bajo el sello Sexto Piso y con un epílogo de la Mayor Ana María.
A 30 años del alzamiento, Rovira asegura: ?La actualidad de México no puede explicarse sin el zapatismo?.
A 30 años de distancia, ¿qué significó el alzamiento zapatista de 1994?
Fue una interpelación global muy importante, no nada más para México. Señaló la globalización neoliberal que se nos venía después de la caída del Muro de Berlín y del fracaso de los proyectos de izquierda tradicional. Fue un llamado a recuperar los imaginarios políticos y a pensar que era posible una globalización de los pueblos que implicara la justicia social, la articulación de luchas y causas de los desposeídos. Abrió la imaginación política e interpeló al mundo, por eso generó tanta resonancia. En México la sociedad civil de inmediato se movilizó para pedir que no se reprimiera a esa rebelión y a nivel global se generó un entusiasmo brutal por lo que pasaba. En mi libro Zapatistas sin fronteras cuento como el zapatismo fue el primer tendido de luchas sociales que usa internet, una guerrilla en condiciones precarias y en el rincón más olvidado de México capaz de utilizar internet, la herramienta más moderna del mundo, eso generó que mucha gente tomara en cuenta la comunicación para articular una defensa común respecto a una causa que se interpreta de todos. A nivel nacional abrió un momento de esperanza tremendo y de democratización del país. La actualidad de México no puede explicarse sin el zapatismo.
¿Qué ha pasado con zapatismo, en qué se ha convertido?
Treinta años después ha demostrado una capacidad de resistencia inaudita. Los primeros años fueron muy difíciles, de contrainsurgencia, aislados en Chiapas. Enfrentaron el problema de que no se les reconocieran los Acuerdos de San Andrés tal como los plantearon y negociaron; los procesos de autonomía en los territorios zapatistas son experiencias de un interés muy alto porque más allá de una guerrilla que interpela al sistema político, transformaron la vida cotidiana a través de la búsqueda de nuevas formas de educación, salud y participación. Hay que decir también que tras 30 años el desgaste del EZLN no ha sido poco.
¿El sistema terminó por absorber a figuras icónicas como Marcos?
Marcos y los pasamontañas se convirtieron en un símbolo de la rebelión global. El zapatismo puso en escena nuevos lenguajes para la política revolucionaria. La posibilidad de articulación poética dentro del discurso político fue muy importante para su resonancia en el mundo. La comandante Ramona, quien ya murió, puso en escena a una mujer indígena pobre como un referente para repensar el racismo mexicano y transformar nuestra mirada. El papel de las mujeres en el EZLN ha sido muy importante, han participado directamente en las estructuras guerrilleras y transformaron el proyecto inicial de las fuerzas de Liberación Nacional.
¿Crees que se ha sido injusto con el movimiento?
El movimiento se adelantó a sus tiempos. El zapatismo enfrentó a un proyecto global brutal surgido después del ataque a las Torres Gemelas y me refiero a las guerras contra el terrorismo y contra el narcotráfico. La potencia de articulación de la sociedad civil que anuncia el zapatismo en el mundo entero fue avasallada por la fuerza del capital financiero y estos nuevos marcos de la seguridad que opacan la posibilidad de pensar creativamente formas de ampliación democrática.
Creo que esa percepción es más en el exterior de México, aquí hay incluso una confrontación con la izquierda, empezando por el gobierno.
Es verdad, están muy confrontados. Marcos critica a la 4T de una manera brutal y a López Obrador desde 2006, y a la vez el gobierno cuestiona al zapatismo. Me parece un desacierto de los dos porque ninguno gana nada. A la vez son proyectos incompatibles. La guerrilla apuesta por una transformación de las condiciones de vida, interpelando incluso al Estado. En cambio, el proyecto de Estado que tiene que actuar como tal, por más esfuerzos que haga viene de una inercia colonial, debe responder al capital global y a una gobernanza estratégica.
¿Qué es lo que mejor sobrevive del zapatismo?
La gente que se apropió del zapatismo a su modo e hizo de ello una forma de estar en el mundo, con la capacidad de generar procesos de dignificación de la vida cotidiana y creatividad. El florecimiento de los pueblos indígenas por medio de sus escritores, medios de comunicación, artistas, no se puede entender el zapatismo que puso en relieve el racismo pero también la potencia de lo que es ser indígena en este país.