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La cultura no es un lujo: Rafael Cauduro

Gloria Marvic García/PI
Lunes, 18 de Diciembre de 2006

Para Cauduro la cultura y el arte no son un objeto válido sólo por el hecho de estar en un museo, o por ostentar cierta firma. Foto PI/Octavio NAVA       ver galería

Es un aliento que un profesional como Sergio Vela tome las riendas de CONACULTA, asegura el pintor

Sútil, como las mujeres de sus pinturas que se desvanecen enmedio de las paredes enmohecidas o carcomidas por el tiempo, Rafael Cauduro ha sido un cronista visual de la gran ciudad y de su gente, la que deambula en las calles y otra un tanto imaginaria. Sus retratos, identificables en cualquier lugar, por ese sello artístico que le ha otorgado un renombre y reconocimiento internacional, nos hablan de una esmerada preparación, pero también de la exploración de nuevas técnicas y texturas.

Afable y sincero en su trato, Cauduro nos habla durante entrevista de su trabajo actual, un mural que adornará los muros interiores de la Suprema Corte de Justicia del la Nación, pero también nos adelanta a los días por venir, sus proyectos y espectativas para la vida cultural de nuestro país.

¿Cuál es tu perspectiva con este gobierno que empieza, en donde no se ve una preocupación especial por la cultura?, le preguntamos tras la presentación oficial de su trabajo en la SCJN.

“Tengo muchas ganas de que algo suceda, me da mucho aliento el que un profesional de cultura tome las riendas de CONACULTA (Consejo Nacional para la Cultura y las Artes), eso hará que se eficiente más la cultura, que de alguna forma se convenzan que la cultura no es un lujo, ni que no sirve de nada”.

Y agrega convencido: “Si viéramos la importancia y el impacto que tiene la cultura nos asombraríamos, incluso a nivel del Producto Interno Bruto, la cultura deja muchísimo, nosotros queremos tener turismo y vendemos playitas, y se nos olvida que las playitas están en el Imperio Maya. La gente visita París y Roma por la cultura, nosotros tenemos el país más rico en cultura de América. La cultura es muy redituable, no sé por qué no se ha considerado darle impulso”.

Para el artista, residente en Cuernavaca, Morelos, la cultura y el arte no son un objeto válido sólo por el hecho de estar en un museo, o por ostentar cierta firma y, sin negar su vena muralista nos comenta: “Los murales me encantan, tienen ese contacto con un público muy extenso, es obra que no entra en los museos. Esos murales que hice en el metro Insurgentes por ejemplo, siempre que me encuentro con gente observo como ellos lo ven como algo anónimo, les gusta como algo en sí, no hay autor, ni les importa, eso me agrada”.

¿Cuándo te vamos a volver a ver en una exposición?, le cuestionamos, quizá algo impacientes por los años que han transcurrido desde su última exposción: “Por ahora estoy trabajando en estos murales (los de la SCJN), pero dejé a la mitad un proyecto que tiene que ver con locomotoras, el cual continuaré el próximo año. Es una serie de obras encaminadas a una exposición, son grandes y tengo algunos hechos, cinco iniciados, pero hay por lo menos diez faltantes”, nos detalla.

Por el momento, confiesa, el trabajo en el mural relativo a la justicia será el principal destinatario de sus pinceladas, una obra que intenta despertar una refleción sobre los crímenes que azotan a la humanidad y que han hecho necesario todo un sistema carcelario y policíaco, se trata del asesinato, la tortura, la violación, el secuestro y la represión.

Ante la pregunta de cuál de ellos es el que más le conmueve, señaló: “Cualquiera de ellos ha de ser terrible, quizá el que me menos me impacta por lo contundente y por lo definitivo es el homicidio, pero los otros son tan fuertes, se pueden sufrir durante toda la vida, o dejan huella, son los crímenes a los que más les temo”.

“ En el primer nivel del mural, hay una referencia a la percepción de la justicia en la época prehispánica donde el sacrificio y el castigo reflejan una cosmovisión peculiar, ahí comienza el mural que nos habla de los procesos viciados, algo que sucede en too el mundo y que es una pena, un dolor  causado a las víctimas. 

“El siguiente nivel es la tortura, algo que no está permitido pero que en todo el mundo se sigue dando, la tortura para sacar declaraciones. Un nivel intermedio vienen a ser crímenes como el homicidio, que quizá sea el más puro de todos. Después viene la violación y el último de ese nivel es el secuestro. Hasta arriba estarían la cárcel y la represión, culmina con una serie de guardias y de ángeles para hablar de esa herencia también europea y la ausencia de justicia.”

Respecto a su vecindad con los murales de Orozco, esa crítica y descarnada representación de una justicia dormida, del hurto y engaño de la aristocracia, y demás símbolos que adornan el salón conocido como el de los “pasos perdidos”, nos explica: “Orozco es uno de los más admirados, más queridos, que he disfrutado enormemente, el sólo hecho de estar en este espacio y ser vecino de ese mural que a mi me fascina, me dio coraje para dar esta expresión crítica, que de alguna forma también habla bien de la institución al tener una conciencia y decir: bueno, no somos triunfalistas”, acepta con una sonrisa.

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