En la central al diablo se le agarra por los cuernos
Julio Cuitlahuac de la Peña / El Discurso
Miercoles, 18 de Abril de 2018
Los diableros son los herederos del tameme, cargador prehispánico, pero también son herederos de la cultura de un país. Foto: PI / Antonio Nava
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En la central, el diablo se agarra por los cuernos. Se le doma, se le acaricia antes de apretar, si se quiere ser un escarabajo que cargue varias veces su peso, hay que tener maña, maña para levantar y para contorsionar el cuerpo, la espalda recta alineada al eje del centro de la tierra, apuntando al techo aunque brazos y piernas hagan malabares.
Los diableros son los herederos del tameme, cargador prehispánico, pero también son herederos de la cultura de un país, si pones atención escucharás algúna lengua materna, otomí, mazahua, náhuatl, zapoteco, y entre ellos se cuchichean, ríen, porque eso sí, en la central los diableros ríen y ríen, cargan y cargan.
¿Qué sueña un Diablero? sueña con su mundo de gallos y senderos, sueña con su mujer y sus hijos, sueña con tener o sueña con su campo, lo que sueñe lo sueña bien porque trabaja en la madrugada y duerme y sueña de tarde luego de movilizar hasta más de 10 toneladas.
Los diableros son más de 13 mil con licencia para trabajar, ahora se les nombran carretilleros, pero ellos no se gustan así, son diableros porque traen diablo y el diablo cuernos como se le llama a los manerales de acero que sobresalen, carretillas los albañiles, pero a últimas que los llamen como quieran, ellos son quienes mueven 120 mil toneladas de productos dentro del mercado mayorista más grande del mundo.
Ellos son quienes cargan 200, 300, 500 y más de una tonelada en un solo viaje, son los héroes de la Central y luego de cargar, por si fuera poco, se encuentran en el gimnasio al aire libre y realizan competencias de cargar y competencias de brazos de acero pero con sangre caliente.
Cuenta la leyenda urbana que cuando se ladea y cae un diablo cargado, se requieren hasta cinco personas para levantarlo, todo es maña, todo es fuerza, todo es poder y amor, amor por la mujer y amor por los hijos, por la madre y amor por comprarse una camisa para salir el domingo, amor por el diablo que le permite ganar dinero y amor por tener para la papa.
Y la papa que de la tierra nace ahora aquí en costales es cargada al hombro y acomodada en un diablo y ya muchos costales son llevados a los grandes camiones, a los tórton que abren sus puertas como si de un castillo se tratara, y cuando ya de por repleto no puede admitir más carga, las puertas reales se cierran y el castillo con ruedas desaparece por los caminos de Iztapalapa, van a muchos lugares pero el diablero solo los ve alejarse, ya no va con ellos, solo su mirada.
También hay otra leyenda urbana que dice que por las naves anda una mujer diablera, la única mujer en este trabajo de cargar y se escuchan los rumores: La vi apenas hace como dos meses pero no sé cómo se llama?es una señora joven medio chinita, pero no la veo desde hace tiempo..aquí anda, pero no es chinita, es lacia..
5 pesos la caja y a contar el dinero y a pagar los 15 pesos de la renta del diablo, sacar la cuenta, sacar para un cigarro suelto, para un cigarro loco, para un refresco, para una chela, para un taco, para una cita, para una vida, porque aquí como ya se dijo, el diablo se toma por los cuernos y a la vida también y a la mujer y al costal se le toma con cuidado porque son cosas delicadas y de eso saben los diableros, carretilleros pues.
Diableros enamorados de la vida, brazos de acero, sonrisas de azúcar que a cualquier pretexto se dejan relucir por los pasillos de la Central de Abasto de la Ciudad de México.