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INTERNACIONALES: Frontera conmemora al inmigrante muerto

Martha Patricia Giovine/EFE
Jueves, 02 de Noviembre de 2006

     

El Paso, Texas, EE.UU. 2 de noviembre.- Con cruces y altares, la comunidad fronteriza recuerda hoy a los cientos de inmigrantes indocumentados que perdieron la vida en desiertos, ríos y canales buscando salir de la pobreza de sus poblados en México, Centro y Sudamérica.

La Patrulla Fronteriza divulgó esta semana que en el año fiscal 2006, que comenzó el 1 de octubre de 2005 y concluyó el 30 de septiembre pasado, se registraron muertes en sectores como El Paso, donde ocurrieron 34, que excedieron las registradas en más de una década.

"Cada una de estas muertes representa una historia desgarradora", dijo a Efe el encargado de repatriación de restos del Consulado de México en El Paso, Rodrigo Barraza, quien expresó que "aquí en la frontera, ellos son nuestros muertos".

Hoy el consulado despliega un altar dedicado a estos inmigrantes, que perecieron desorientados y deshidratados en el desierto o ahogados después de intentos desesperados por alcanzar la orilla estadounidense.

El altar muestra cruces, sombreros de paja, zapatos con la suela quemada por el calor de la arena y otros artículos que representan lo que los inmigrantes dejaron atrás en su paso por el desierto.

"En Arizona y Nuevo México, el desierto se ha convertido en la tumba de los nuestros", dijo Barraza.

En las dos mil millas de franja fronteriza, que incluye partes de California, Texas, Nuevo México y Arizona, se encontraron en el año fiscal 2006 un total de 441 restos humanos de inmigrantes que salieron de su tierra con la esperanza de un mejor futuro y que regresaron en cajas mortuorias.

Sin embargo, hay muchos más cuyos restos nunca fueron localizados, por la rápida descomposición de los cuerpos bajo el sol del desierto o porque quedaron enterrados bajo la arena o devorados por animales salvajes.

"Estos muertos que hoy conmemoramos son nuestros inmigrantes", dijo el cónsul de protección del consulado mexicano de El Paso, Roberto Luján.

Barraza afirmó que aunque la mayoría de los inmigrantes muertos han sido identificados y llevados de regreso a su tierra, otros han sido enterrados en fosas comunes y todavía se desconoce su identidad.

En la oficina de Barraza hay una vieja maleta con la ropa de inmigrantes no identificados, ropa que al igual que los cuerpos que la vistieron no ha sido reclamada por familiares, ya que desconocen qué fue de los suyos.

También hay una bolsa que contiene sólo un pedazo de tela, lo único que acompañaba el cuerpo de una mujer encontrado en una carretera.

Conserva esos efectos personales por la posibilidad de que un familiar los reconozca y sepa así del destino de su hijo, hija, padre, madre o esposa.

Barraza dijo que aunque cada uno de los casos es de por sí una tragedia, hay algunos que se le han fijado en la memoria por su dramatismo como el de Jesús (nombre que le dio el representante consular).

Jesús y su esposa residían como indocumentados en Estados Unidos, pero volvieron a México cuando el padre de ella enfermó en Guanajuato.

Al volver a Estados Unidos, entraron por el área localizada entre Columbus y Las Chepas y caminaron por el desierto.

En algún momento, la esposa de Jesús comenzó a deshidratarse y murió un par de horas después.

Jesús, relató Barraza, se dirigió al cruce internacional de Palomas, a informar a la Patrulla Fronteriza de la muerte de su mujer y a pedir ayuda para rescatar el cuerpo.

Pero después de una búsqueda intensa, no les fue posible encontrarlo.

Jesús regresó solo al punto por donde había ingresado a EEUU la primera vez, logró localizar el cuerpo y regresó nuevamente al cruce internacional, esta vez dejando pistas tras de si.

"El hombre buscó nuevamente a los agentes de la Patrulla Fronteriza y esta vez por fin encontraron el cuerpo", relató Barraza.

Barraza también recuerda el caso de una mujer que, al llegar cansada y desorientada del desierto a una carretera en Arizona, fue arrollada primero por un vehículo pequeño y después por una camioneta.

"La mujer fue literalmente destrozada y no le quedó ni un pedazo del cuerpo reconocible. Tuvo que ser levantada de la carretera con pala", afirmó.

Barraza tiene en su oficina una bolsa plástico transparente dentro del que guarda un pequeño pedazo de tela de colores.

"Es un pedacito de lo que fue el pantalón de la mujer. Fue lo único que se pudo rescatar de su cuerpo o pertenencias. Lo guardamos para ver si alguien lo reconoce y puede identificarla", dijo el funcionario.

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