En Irak queman vivos a suníes; 25 muertos con bombas; venganzas
Thomas Wagner y Qais Al-Bashir/AP
Viernes, 24 de Noviembre de 2006
En Irak queman vivos a suníes; 25 muertos con bombas; venganzas. Foto:AP
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Bagdad, Irak. 24 de noviembre. Varios milicianos capturaron el viernes a seis suníes cuando salían de un servicio religioso, los rociaron con queroseno y los quemaron vivos mientras los soldados iraquíes miraban sin intervenir. Simultáneamente, siete mezquitas suníes fueron atacadas cuando los chiíes se vengaron por la matanza de por lo menos 215 personas en la víspera en los tugurios de Sadr City.
Un helicóptero estadounidense disparó contra el enclave chií después que milicianos dispararon desde tierra, dijeron residentes. No hubo informes inmediatos de bajas.
Mientras el gobierno se esforzaba por evitar una guerra civil, dos bombas simultáneas en Tal Afar, en el norte de Irak, mataron a por lo menos 25 personas. El jueves, los insurgentes suníes árabes lanzaron ataques suicidas y con morteros en Ciudad Sadr, en el ataque más mortífero desde la invasión encabezada por Estados Unidos.
Miembros de la milicia Mahdi quemaron cuatro mezquitas y varias casas y mataron a 12 residentes suníes en el vecindario de Hurriyah hasta que llegaron los estadounidenses, dijo el capitán de policía Jamil Hussein. Pistoleros leales al clérigo chií Muqtada al-Sadr empezaron a tomar control del vecindario a mediados de año y una mayoría de sus residentes suníes ya ha huido de allí.
Los pistoleros atacaron las cuatro mezquitas con granadas impulsadas por cohetes, ametralladoras y fusiles automáticos. Los residentes dijeron que los milicianos les impidieron entrar en los edificios calcinados para retirar los cadáveres, y tanto ellos como Hussein dijeron que los policías y soldados iraquíes no intervinieron.
Más adelante el mismo viernes, milicianos irrumpieron en la mezquita suní de al-Samarraie en el distrito de el-Amel y mataron a dos guardias, dijo un vocero policial. Otras dos mezquitas en el oeste de Bagdad también fueron atacadas, dijo la policía.
En Bagdad, partidarios de al-Sadr advirtieron que suspenderían su afiliación al parlamento y el gabinete si el primer ministro Nouri al-Maliki se reúne la semana próxima en Jordania con el presidente estadounidense George W. Bush, dijo un miembro del parlamento. Bush y al-Maliki tienen previsto reunirse el miércoles y jueves en Amman.
El bloque de al-Sadr en el parlamento y el gobierno es la columna vertebral del apoyo político a al-Sadr, y su retiro, aun temporal, asestaría un duro golpe al control ya precario que tiene el primer ministro en el gobierno.
El legislador Qusai Abdul-Wahab, un seguidor de al-Sadr, expresó en un comunicado que las fuerzas estadounidenses eran responsables por los ataques dinamiteros del jueves en Ciudad Sadr, que mataron a 215 personas y lesionaron a 257. Dijo que no pudieron ofrecer seguridad.
"Decimos que las fuerzas de la ocupación son totalmente responsables por estos hechos, y pedimos la evacuación de las fuerzas de la ocupación o el establecimiento de un cronograma para su retirada", manifestó Abdul-Wahab.
Los seguidores de al-Sadr tienen seis puestos del gabinete y 30 legisladores en el parlamento de 275 miembros.
Al-Sadr también retó al jeque Harith al-Dhari, el líder más influyente de los suníes que preside la Asociación de Eruditos Musulmanes, a emitir una fetua _o edicto religioso_ que condene los ataques suníes a los chiíes.
El clérigo chií dijo que al-Dhari debería prohibir que los suníes se acerquen al grupo terrorista al-Qaida en Irak y tendría que organizar la reconstrucción de la una mezquita chií en Samarra, al norte de Bagdad. La destrucción del templo alentó el derramamiento de sangre sectario después de un ataque de presuntos atacantes suicidas de al-Qaida en febrero.
Mientras se realizaban procesiones funerarias en Ciudad Sadr, varios proyectiles de morteros alcanzaron la mezquita Um al-Qura, donde están las oficinas de la asociación de eruditos en el vecindario Ghazaliya del oeste de Bagdad, lesionando a cuatro guardias de seguridad, dijo el capitán de la policía Jamil Hussein.
Bagdad permanecían bajo un toque de queda de 24 horas decretado para frenar la violencia. Pero al-Maliki, de la etnia chií, ordenó a la policía que vigilara las procesiones que llevaban a las víctimas de los ataques suníes para ser enterradas en Najaf, la ciudad sagrada para los chiíes.
La insurgencia chií detonó el jueves de manera casi simultánea cinco automóviles y lanzó morteros, matando a más de 200 personas.