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FIL, el foro que hizo de Guadalajara metrópoli mundial de lectura

Patricia Vázquez/EFE
Sábado, 25 de Noviembre de 2006

     

Guadalajara, México. 25 de noviembre.- Tan sólo 38 editoriales se atrevieron en 1987 a participar en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), hoy convertida en "metrópoli mundial" de la lectura que es visitada cada año medio millón de lectores y más de 1.600 firmas del sector.

Los avatares de los veinte años de historia de este encuentro, que compite con la Feria Internacional de Fráncfort por ser el mayor foro editorial del mundo, han sido recogidos en un libro homenaje donde se recuerdan sus mayores hitos.

Nacida en los sótanos de la Universidad de Guadalajara (México) gracias al empeño del que posteriormente fue su rector, Raúl Padilla y de otras personalidades próximas a la institución, la FIL ha logrado reunir cada año a los más renombrados escritores, artistas, académicos y políticos.

Su actual directora, Nubia Macías recuerda cómo en 1987 cargaba en su mochila los papeles de la FIL:"dado que el salón que servía como sede tenía usos múltiples, la mochila era la verdadera oficina de la FIL".

Pero de mochila pasó a ser una "verdadera metrópoli mundial" como afirmó el escritor serbio Goran Petrovic, para quien "la feria es más grande que la Ciudad de México y que cualquier otra ciudad porque cada libro tiene más calles, plazas y personajes".

Para uno de sus más asiduos visitantes, el escritor portugués José Saramago, "la dimensión cultural de la feria está clarísima y se manifiesta en el ir y venir de cada minuto".

En el prólogo del libro homenaje a estos veinte años de la FIL, Saramago invita a acudir a este encuentro "como el más íntimo y completo" que autores y editores puedan tener.

La escritora española Rosa Montero declara su "amor" por la FIL y considera que éste ha ido creciendo con el tiempo porque este foro ha logrado en los últimos años "redoblar su brillo y su empuje adquiriendo un nivel verdaderamente deslumbrante".

Este encuentro editorial, que se ha convertido en un patrimonio vivo de esta ciudad de noroeste mexicano, logró a partir del éxito de su primera edición atraer el interés de las editoriales, de escritores y del mundo de la cultura en general.

Sus inicios precarios jugaron malas pasadas a algunos de sus participantes, como al premio Nobel de Literatura William Golding que vio cómo su micrófono enmudecía en plena plática literaria durante la primera edición de la Feria.

Uno de sus actos más sonados fue la sorpresiva aparición en 1995 del escritor, amenazado de muerte por los radicales islamistas, Salman Rushdie, presentado sin anuncio previo por el escritor mexicano Carlos Fuentes ante un foro abarrotado.

La instauración en 1990 del premio literario Juan Rulfo, hoy llamado Premio de la FIL por una controversia con los familiares del fallecido escritor, convirtió a este encuentro en un referente obligado del mundo literario.

Tres años más tarde, la designación de "invitado de honor" aportó una mayor internacionalización al evento que ya por entonces comenzó a despuntar como uno de los grandes encuentros editoriales y literarios en lengua española.

Más tarde otros premios vinieron a reforzar la fama de esta feria como el Premio Fernando Benítez de periodismo cultural, el Sor Juana Inés de la Cruz, dedicado al trabajo literario de las mujeres, o el premio de caricatura "La Catrina".

También homenajes al mérito editorial o al bibliotecario han contribuido a la consolidación de esta feria.

Pero la FIL no es sólo un encuentro literario ya que cada año reúne a un gran número de artistas del mundo de la música, el teatro u otras artes escénicas que han hecho de la llamada Explanada central un lugar recreativo que ameniza las nueve noches que dura el encuentro.

La FIL ha modificado el perfil de esta ciudad e incluso ha cambiado el nombre de alguno de sus lugares como la calle Andador Escorza que, tras la participación de Cataluña como "invitado especial", pasó a llamarse Rambla de Cataluña.

La Feria también modificó algunos hábitos de los ciudadanos que descubrieron una ciudad mucho más volcada con la cultura y que incluso mejoraron sus índices de lectura.

Según una encuesta del diario Público-Milenio tres cuartas partes de la población metropolitana reconocieron su gusto por la lectura, índices muy superiores a los encontrados en el resto del país.

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