Disputan mundial de ciegos en Argentina
AP
Viernes, 24 de Noviembre de 2006
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Buenos Aires, Argentina. 24 de noviembre. En este torneo de fútbol la pelota suena como una sonaja, los aficionados no pueden gritar muy fuerte y las líneas laterales son muros de plástico transparente para mantener a los jugadores en el terreno de juego.
Salvo por los guardametas, todos los jugadores son ciegos. Bienvenido a la Copa Mundial de Fútbol para Ciegos.
Cada cuatro años, los jugadores compiten en un torneo de ocho naciones que atrae a centenares, no millones de personas. Con todo, la rivalidad es furibunda.
Brasil venció 4-1 a Francia el viernes en el partido de apertura disputado en una cancha de cemento que mide menos de la mitad de una ordinaria de fútbol.
La hierba opaca el ruido de la sonaja que lleva dentro la pelota. Una y otra vez, los jugadores gritan "¡Voy! ¡Voy!"
Los jugadores mantienen un brazo extendido hacia adelante para evitar colisiones. Algunos llevan cascos protectores de goma y muchos lucen muñequeras en caso de una caída. Además, todos llevan máscaras para protegerse los ojos.
El espectador Marcelo González, que entrena a varios adolescentes ciegos en la categoría de los 20 años en Argentina, se sigue maravillando por la forma en que los competidores, pese a la falta de visión, tienen tanta sensibilidad a los sonidos, las vibraciones y las posiciones de sus compañeros.
"Sus oídos son sus ojos: los jugadores se centran en el sonido emitido por la pelota", dijo González, que acompañó a un equipo aficionado de ciegos llamado los Búhos.
"En ocasiones jugamos partidos e invitamos a una persona de las graderías y le vendamos los ojos. ¿Saben qué ocurre cuando juegan (las personas con visión normal)? Se tropiezan por todas partes", afirmó González.
Los "Murciélagos" de Argentina defienden el título en este torneo. Equipos de Japón, Corea, España e Inglaterra compiten por clasificarse a la final que tendrá lugar el 30 de noviembre.
En ocasiones, las colisiones son inevitables. Un médico tuvo que salir en tres ocasiones al terreno de juego durante el partido entre Brasil y Francia para asistir a los participantes, que aunque un tanto aturdidos, no resultaron heridos.
Este deporte ha sido una suerte de liberación para Sebastián Caminiti, un estudiante de derecho de 25 años, que perdió la visión a los 12.
"Cuando comencé a jugar estaba un poco asustado", reconoció. "Pero luego, mis amigos y yo comenzamos a amoldarnos y ahora realmente volamos".