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‘That kid it´s a monster’

Cultura Mazatlán / El Discurso
Lunes, 05 de Enero de 2015

La prodigiosa Daniela Liebman dio vida con su inconfundible estilo a composiciones de Johann Sebastian Bach, Ludwig Van Beethoven, Frederick Chopin, Franz Liszt, Serguéi Rachmaninoff, y Alexei Filippenko. Foto:Facebook de Daniela Liebman.       ver galería

> Deslumbra Daniela Liebman al Teatro Ángela Peralta de Mazatlán

> Con el demoledor final de la “Toccata” de Arkady Filippenko, la velocidad y precisión de Daniela Liebman crearon un momento estremecedor

No podía haber un mejor inicio para la Temporada 2015 de la Camerata Gordon Campbell. Daniela Liebman, la prodigio mexicana de 12 años llegó al Teatro Ángela Peralta de Mazatlán para mostrar los dones del genio que ella, la vida y su familia han sabido cultivar.

Desde que pisó el escenario, Daniela Liebman conquistó al público con la transparencia de su sonrisa y la naturalidad que la infancia aún otorga a cada uno de sus movimientos.

Pero tan pronto tomó asiento frente al piano Stenway and Sons color negro, algo cambió. La atmósfera del teatro fue transformándose de acuerdo a lo que Daniela tocaba sobre aquella enorme caja de resonancias de marfiles y ébanos.

En seis movimientos, la “Partita no.2 BWV 826” de Johann Sebastian Bach tejió emotividad pura, delicadeza, un entorno sutil creado con paciencia y devoción por la niña, una prodigio que puede hacer lo mismo en Europa, Asia, Estados Unidos o México, ella y el piano son uno, y todo a su alrededor pasa a formar parte de ese mundo.

Con pequeñas pausas, la concentración de Daniela se hacía evidente, hasta que en el “Capriccio” la plasticidad de sus manos y los movimientos de su cuerpo hicieron evidente la técnica, disciplina y entrega que ella y su familia han creado desde que tenía 4 años, primero conociendo las notas, practicándolas, dominándolas, haciéndose cómplice, maga, del sublime poder de la música.

Tras una pequeña pausa, llegaba el turno de la “Sonata para piano no.2 en Do Mayor op. 53 ‘Waldstein’ ” de Ludwig Van Beethoven. La delicadeza cedió su lugar a la fuerza, velocidad y al avasallador dominio de Liebman sobre el instrumento, recorriéndolo de extremo a extremo, dando tiempo a que cada nota respirara, y con ello, a que las emociones afloraran lentas en cada espectador.

Atrás, al extremo izquierdo de la sección de orquesta, su padre, Robert Liebman, estaba “tocando” junto a ella: al filo de su asiento, asentía, seguía la misma melodía, balanceaba su cuerpo al ritmo de los impulsos, de la fuerza que su hija imprimía al piano, y su emoción estalló en sonoros aplausos antes de que las luces se encendieran y se anunciara el intermedio.

Las charlas de pasillo eran una avalancha de elogios, e incluso el comentario “that kid it´s a monster” (esa niña es un monstruo) que hacían crecer la figura de Daniela Liebman. Pero lo mejor estaba por llegar.

Las enigmáticas atmósferas y la energía impredecible de Fréderic Chopin fluyeron como un río nuevo en las manos de Daniela, ¿una niña jugando el más maravilloso de sus juegos? ¿Una prodigio haciendo lo que le es natural: sorprender, maravillar? ¿Una profesional fiel a su convicción de convertirse en la mejor pianista del mundo dentro de 8 años?

Después de la “Impromptu no. 1 en La bemol mayor op. 29” y el “Nocturne en mi menor op. 72 no.1”, la diamantinas sonoridades del genio de Polonia dieron paso a emociones hondas, graves inclusive, con “La leggierzza, de tres estudios de concierto” de Franz Liszt” y la “Elegia en Mi bemol menor op. 3 no.1” de Serguéi Rachmaninov.

Pero faltaba el demoledor final de la “Toccata” de Arkady Filippenko, en donde la velocidad y precisión de Daniela Liebman crearon un momento estremecedor, la visión clara de que lo que los espectadores vivieron el mediodía del 4 de enero de 2015 en el Teatro Ángela Peralta, era, verdaderamente, un milagro.

Los aplausos, los bravos y las expresiones de alegría y gratitud hicieron que Daniela Liebman sonriera como lo que es: una niña encantadora que vive fiel a su naturaleza, que disfruta de sus dones, los comparte; que celebra lo que ella y su familia han creado juntos y que, sin duda, seguirá creciendo con la gracia de un hermoso astro que ilumina todo lo que está a su lado.

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