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Nápoles muestra dos Van Gogh recuperados

El Discurso
Martes, 14 de Febrero de 2017

El hurto fue incluido por la Oficina Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés) entre los 10 mayores ilícitos de arte.       ver galería

El Museo Capodimonte abrió al público la exposición Van Gogh: las obras maestras encontradas, que reúne Congregación saliendo de la iglesia reformada en Nuenen (1884-1885) y Vista del mar desde Scheveningen (1882), del artista holandés.

Esas obras serán devueltas al Museo Van Gogh de Ámsterdam, de donde fueron robadas hace 15 años por el crimen organizado y recuperadas en septiembre de 2016, cuando la policía financiera y la coordinación de la Fiscalía de Nápoles las encontraron en una guarida de Raffaele Imperiale, narcotraficante aliado a uno de los clanes más poderosos de Scampia en Castellammare de Stabia, cerca de esa ciudad (La Jornada, 1/10/16).

El hurto fue incluido por la Oficina Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés) entre los 10 mayores ilícitos de arte.

Imperiale fue detenido en Dubai y la recuperación de los cuadros es un triunfo del Estado contra la Camorra (mafia napolitana), dijo Massimiliano Manfredi, diputado del Partido Democrático e integrante de la comisión antimafia, presente en una conferencia de prensa, junto con autoridades holandesas, y el comandante general de la policía financiera, Giorgio Toschi, quien afirmó: La criminalidad utiliza el arte como instrumento de inversión o de garantía para transacciones entre organizaciones delincuenciales. Por esta razón las obras de arte necesitan una tutela reforzada para salvaguardarlas.

Valor estimado en 100 mdd

Los dos cuadros, con valor estimado en 100 millones de dólares, que se creían perdidos para siempre, ahora se muestran al público dentro una vitrina horizontal que se mira desde arriba, como fueron recuperados: sin el marco, pero en buen estado de conservación (exceptuando pequeños detalles que requieren ser restaurados).

Esas dos obras tempranas son determinantes para reconstruir el periodo creativo de Van Gogh en Holanda (1880-1885), influenciado por el arte nórdico del siglo XVII y su vocación frustrada de evangelizador, que alcanzó su máxima expresión en Los comedores de papa (1885), cuadro que también fue robado en 1991 del mismo museo de Ámsterdam, junto con 20 obras que por fortuna fueron halladas horas después en un automóvil abandonado.

Van Gogh, quien en vida sólo vendió un cuadro de entre 900 que pintó, es el autor más robado. En 1998, de la Galería Nacional de Arte Moderno y Contemporáneo fueron hurtados El jardinero y una de las cuatro versiones de La Arlesiana, así como Cabanon de Jourdan, de Paul Cezanne, pertenecientes a la colección de ese recinto, aunque fueron recuperados 48 horas después.

Si el primer robo de una obra de arte en un museo se registró en 1911, con el ímpetu patriótico de un trabajador italiano del Louvre, quien pretendió devolver La Gioconda a los Uffizi, desde entonces y cada vez con más frecuencia se perpetran hurtos en perjuicio del patrimonio nacional por el crimen organizado, porque como el oro o las joyas, el arte se ha convertido en un bien refugio, apetecible a la criminalidad. Su histórico lazo con el poder que antes era político ahora es económico, con consecuencias no sólo en una producción artística, vacía y aburrida, sino en términos prácticos de un mercado no regulado y con crecimiento exponencial desde 2000 de mil 370 por ciento (Artprice), con facturación de 63.8 mil millones de dólares en 2015 (TEFAF Reporte del mercado del arte global, 2016), volviéndolo terreno ideal para la criminalidad y el reciclaje de dinero.

El documental Follow the paintings, de Francesca Sironi, Alberto Gottardo y Paolo Fantauzzi, retrata el estrecho contacto entre el mundo del arte y las inversiones oscuras de mafiosos y criminales en Italia.

Desde hace algunos años el tema del mercado sucio del arte interesa a cineastas y artistas. En México, el documental El espejo del arte, 2015, de Pablo Jato, despertó feroces reacciones; también se han ocupado Isaac Julien (Playtime & Kapital, 2013) o Hito Steyerl (The Secret Museum, 2014).

El robo de los dos lienzos de Van Gogh, aunque no se ha esclarecido, responde a una estructura delincuencial organizada, similar a una empresa comercial que sigue cada paso de la producción desde el hurto hasta la distribución a coleccionistas y directores de museos sin escrúpulos, que incluye además piezas arqueológicas.

Ese fenómeno es de tal magnitud, que hoy se define mediante el neologismo arqueomafia y se erige en el tercer negocio más importante del crimen organizado a escala mundial, después del tráfico de drogas y de armas, aunque según la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) ha incluso superado a este último. (T. Cevoli, Il traffico illecito di reperti archeologici ed opere d’arte come fenomeno criminale, 2016).

No es casual haber ubicado los dos lienzos en Italia, pues –afirma Cevoli– las organizaciones criminales operan casi siempre donde hay mayor patrimonio cultural y el territorio italiano figura entre los más golpeados por la delincuencia.

Van Gogh: las obras maestras encontradas, montada en el Museo Capodimonte, concluirá el domingo 26 de febrero.

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