Mahler, Schönberg y al OFCM en memoria de las víctimas del Holocausto
El Discurso / SCCDMX
Lunes, 26 de Enero de 2015
La soprano mexicana Gabriela Herrera, la mezzosoprano Grace Echauri y el Coro Filarmónico Universitario participaron en el programa del fin de semana pasado de la OFCM.
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> Dedica la OFCM segundo concierto de la Temporada 2015 a la conmemoración de los perseguidos por el nazismo; toca la ópera en miniatura “Un sobreviviente de Varsovia”, de Schönberg
> Interpreta, con la compañía del Coro Filarmónico Universitario, la sorpano Gabriela Herrera y la mezzosoprano Grace Echauri, la Sinfonía No. 2 en do menor, “Resurrección”, de Mahler
Con notas dramáticas y otras esperanzadoras, la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México recordó a las víctimas del Holocausto el sábado y domingo psados, en el Día Internacional de Conmemoración de las Víctimas del Holocausto, declarado por la Organización de las Naciones Unidas tras el hecho histórico en la Alemania nazi.
Bajo el título “A 70 años del Holocausto”, la OFCM interpretó obras de los compositores austriacos de origen judío Gustave Mahler y Arnold Schönberg en la Sala Silvestre Revueltas del Centro Cultural Ollin Yoliztli.
Durante la plática previa del sábado, el director de la Filarmónica, José Areán, destacó la creatividad y la presencia de ánimo del espíritu humano, así como del arte, en el momento más ínfimo de la existencia.
“Es la muestra de cómo el espíritu humano puede sobrevivir a los momentos más obscuros, más bajos, más imposibles que se pueda uno imaginar”, dijo Areán al hablar de la música.
Durante la persecución de judíos en la Alemania nazi, Schönberg deja el país y, en el exilio, se compromete en la lucha contra el fascismo. Es así que en 1947 escribe una breve pero monumental pieza vocal que hasta hoy es considerada una de las obras antifascistas más importantes: “Un sobreviviente de Varsovia”, considerada una ópera en miniatura.
Entre agresivas fanfarrias metálicas para ilustrar a los matones nazis, “Un sobreviviente de Varsovia” requiere la presencia de un narrador, papel en el cual participó la actriz Karina Gidi.
Areán explicó que esta pieza cuenta la historia de un hombre que vive las desdichas de permanecer en el gueto de Varsovia; el mayor de los lugares de exclusión judía durante la Alemania nazi.
“Esta obra es una cohesión entre disciplinas que aparentemente son distintas, el teatro y la música”, puntualizó el director.
Durante su interpretación, el narrador (Karina Gidi) hacía alusión a las torturas y abusos que padecían los presos judíos:
“El sargento y sus asistentes golpearon a todos: jóvenes o viejos, fuertes o débiles, culpables o inocentes, era doloroso oír los lamentos y las quejas”; y describe la vida de las familias separadas y la preocupación que no los dejaba dormir “separados de nuestros hijos, de nuestras esposas, de nuestros padres, sin saber qué había sido de ellos, ¿cómo íbamos a dormir?”.
El narrador dice no poder recordarlo todo, pero sí recuerda el momento en que todos empezaron a cantar lo que llama “el credo olvidado”, el Shema Yisrael, que es un canto religioso que manifiesta su creencia y fe en Dios y que fue interpretada por un potente coro masculino del Coro Filarmónico Universitario hacia el cierre de la canción.
El programa también incluyó Sinfonía No. 2 en do menor, ‘Resurrección’, de Gustav Mahler, una obra extensa de aproximadamente 80 minutos, dividida en cinco movimientos, en la cual participaron la soprano mexicana Gabriela Herrera, la mezzosoprano jaslisciense Grace Echauri y el Coro Filarmónico Universitario.
Aunque fue estrenada de forma completa hacia 1895, la sinfonía coral guarda una estrecha relación con las atrocidades del Holocausto y la Segunda Guerra Mundial.
La famosa violinista alemana Alma Rosé, sobrina de Gustave Mahler, fue líder de la Orquesta de las Mujeres del campo de concentración de Auschwitz, conformada por reclusas, que además de constituir el entretenimiento sabatino de los prisioneros, fungía como “acompañamiento” durante la selección de las mujeres que serían destinadas a la cámara de gas.
El primer movimiento de la obra de Mahler, resulta ser una marcha fúnebre que se pregunta sobre qué sigue después de la muerte; el segundo movimiento, titulado Recuerdos del pasado, es una danza que bailan los campesinos todavía en Austria, la cual para Mahler era “como regresar a cuando éramos jóvenes”.
El tercer movimiento fue extraído de un poema tradicional austriaco, el cual Mahler musicalizó de forma muy ácida e irónica. Para el cuarto movimiento la mezzosoprano Grace Echauri hizo su primera aparición diciendo “Oh rosita roja, la humanidad yace en la más terrible necesidad, la humanidad yace en el más terrible dolor, yo quisiera estar en el paraíso”.
El quinto movimiento fue inspirado por un coral escuchado por Mahler durante el velatorio de su mentor Hans von Bülow y cuya letra, cantada por Echauri, Gabriela Herrera y el Coro Filarmónico Universitario, dice:
“Resucitarás, sí resucitarás, corazón mío en un instante, aquello por lo que sufriste habrá de llevarte a dios”, que trata de responder a las preguntas del primer movimiento.
Areán consideró que en el arte podemos encontrar espacios para la reflexión, pues el arte es un enunciado artístico y humanístico.
“Escuchar un concierto es también un acto de fe en la razón, en la luminosidad del arte, y más allá de lo que nos rodea materialmente hay muchas cosas que nos pueden iluminar, enaltecer. Y aquello que nos hace humanos no es aquello que sentimos con las manos”, puntualizó el director artístico.