Los verdaderos desfiles de moda han tenido lugar en la calle: Bill Cunningham
El Discurso
Lunes, 27 de Junio de 2016
Cunningham trabajó casi 40 años para el rotativo The New York Times y en 2009, fue declarado emblema vivo de Nueva York.
|
|
ver galería
|
A Bill Cunnigham le encantaban las circunstancias adversas. Ya fuera bajo torrenciales lluvias o en medio de descomunales nevadas, el fotógrafo captaba con su objetivo a los neoyoquinos vestidos, pese a todo, de manera extraordinaria, estuvieran empapados o caminando entre el hielo.
De este modo, su cámara inmortalizó instantáneas espectaculares sobre el estilo de la calle, llenas de contrastes y de movimiento, que sus fans y expertos en moda esperaban cada semana en su columna para la edición del domingo de The New York Times. Tenía 87 años cuando el sábado falleció de un infarto. El fotógrafo había sido hospitalizado la semana pasada tras sufrir un derrame cerebral.
Cunningham trabajó casi 40 años para el rotativo. En 2009, fue declarado emblema vivo de Nueva York, ciudad que recorría casi siempre en bicicleta en busca de gente vestida de manera inusual.
Fotografiaba al natural, cualquiera que fueran las condiciones atmosféricas, captando en sus instantáneas el estilo de la calle.
Entre otros galardones, este fotógrafo, conocido por llevar una vida modesta, fue condecorado en 2008 con la Orden de las Artes y las Letras que otorga el gobierno de Francia. Un año después se le nombró hito viviente de la Gran Manzana, y en 2010, se proyectó el documental sobre su vida, Bill Cunningham New York, de Richard Press, en el Museo de Arte Moderno de esa ciudad.
Cunningham, nacido en Boston en 1929, se destacó por ser un cronista de moda original y por fundar el street style (el estilo de la calle), su fama se extendió tanto que los más poderosos del mundo de la moda buscaban sus servicios.
Era un hombre delgado que vestía cada día la misma chaqueta azul y pantalones beige, y que pese a los años seguía saliendo a diario a la calle con dos cámaras al cuello y su bicicleta para captar el street style de su amada metrópolis a orillas del Hudson.
Simplemente por placer
Hace dos años, con motivo de su cumpleaños 85, la Sociedad Histórica de Nueva York rindió homenaje a su fotógrafo de moda más famoso con una exposición en la que se vieron unas 80 instantáneas en blanco y negro. Cunningham había trabajado ocho años en esa serie con la que pretendía documentar la historia de la moda. Simplemente, por placer, comentó citado por el museo.
Con la ayuda de su vecina Editta Sherman, el fotógrafo recorrió las tiendas de segunda mano de la ciudad en busca de viejos vestidos, y después inmortalizó a Sherman posando delante de edificios neoyorquinos de la misma época. Todo ello, en un momento en que la metrópoli sufría los estragos de la crisis, la bancarrota, los grafiti y la basura. Sin embargo, supo sacar de ahí una belleza atemporal.
A Cunningham ni siquiera se le vio en la inauguración de la muestra. Tenía fama de reservado, tímido y modesto. Sólo en una ocasión se dejó entrevistar para el premiado documental Bill Cunningham’s New York. Se mantenía apartado de la esfera pública.
El fotógrafo inmortalizó con su cámara a decenas de superestrellas y trabajó en todos los grandes desfiles de moda del mundo, pero siempre rehuyó ser el centro de atención. Sus escenarios favoritos eran las calles de Manhattan y sus modelos más cotizados: la gente normal viviendo su vida. La única condición era que fueran vestidos de manera distinta. Los verdaderos desfiles de moda siempre han tenido lugar en la calle, según lo citaba la Sociedad Histórica.
Es considerado el bisabuelo de los blogs de estilo, aunque usara una cámara analógica y evitara Internet. Desde que llegó a Nueva York, hace más de 60 años, tras un breve paso por el ejército en la Segunda Guerra Mundial, recorrió con sus cámaras la ciudad para fotografiar la moda y sus detalles: pañuelos, cuellos altos, abrigos amplios, pantalones a la rodilla, faldas largas... Muchas veces, veía las tendencias en las calles antes de que llegaran a las pasarelas.
A comienzos de los años 70 fotografió un abrigo muy especial, y hasta que no reveló la instantánea no se dio cuenta de que quien lo llevaba puesto era Greta Garbo. Lo cierto es que sólo veo la ropa, algo que le daba tanto como para no necesitar pensar en más.
Cunningham vivió 60 años en una pequeña habitación sin baño ni cocina, pero llena de archiveros con sus fotografías. En los grandes actos sociales, que también cubría en sus columnas para The New York Times, no tomaba ni un vaso de agua que le ofrecieran los organizadores. El dinero es el bien más barato; la libertad, el más caro, decía en el documental.
Para Cunningham, todo giraba en torno a la moda. Es la armadura con que sobrevivir el día a día. No creo que se pueda acabar con ella. Eso sería como si quisiéramos terminar con la civilización.