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Llora Tlatelolco

José Antonio Sandoval/El Discurso
Sábado, 19 de Septiembre de 2015

Al terminar el Réquiem de Verdi, el público comenzó a cantar el “Cielito lindo”, Foto: PI/Antonio Nava       ver galería

> Recuerdan en la Plaza de las Tres Culturas a víctimas y rescatistas del sismo de 1985

> Dirige Plácido Domingo a la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México que, junto a la soprano María Katzarava, la mezzosoprano Grace Echauri, el tenor Dante Alcalá, el bajo Rosendo Flores y el Coro Enharmonía Vocalis interpretan tres movimientos del Réquiem de Giuseppe Verdi

> “Con esta pieza de Verdi, sugerida por el propio Plácido Domingo, conmemoramos tanto la tragedia y las pérdidas que representó este terremoto, como el nacimiento la sociedad civil organizada”, señaló José Areán.


Al terminar el Réquiem de Verdi, el público comenzó a cantar el “Cielito lindo”, pero muchas gargantas no alcanzaron a entonarlo, la emoción, las lágrimas, lo impidieron.

Muy cerca de la tragedia, muy cerca de la memoria y el pesar vivo, en la Plaza de las Tres Culturas, a unos metros de donde cayó el Edificio Nuevo León -en el dolorido Tlatelolco, que ha vivido más de un imborrable episodio de sangre- más de tres mil 500 personas se congregaron en un concierto solemne y emotivo para recordar y homenajear a las víctimas y rescatistas de ese infausto 19 de septiembre de 1985.

En esa plaza sagrada, como dijo la escritora Elena Poniatowska, se ejecutaron tres movimientos del Réquiem de Giuseppe Verdi (Réquiem, Dies irae y Libera me), en medio de un día gris, en medio de la lluvia, en medio del recuerdo, en medio de la tristeza.

“Ésta es una plaza sagrada, aquí están nuestros muertos, aquí han sido asesinados los jóvenes, aquí se han caído edificios como el Nuevo León que se dio vuelta como una ola y aquí están todos ustedes que son la gente más valiente de la Tierra debajo de la lluvia, la lluvia limpia al país y nos bendice”, dijo al público Poniatowska.

La soprano María Katzarava, la mezzosoprano Grace Echauri, el tenor Dante Alcalá, el bajo Rosendo Flores y el Coro Enharmonía Vocalis estremecieron a los asistentes.

Fernando Montoya escribió en Ópera Mundi que el Réquiem de Verdi es una obra que “más que un reclamo de descanso es un canto de los que ya no están y buscan tener voz (…) un reclamo humano de una religiosidad humana a la voluntad divina. (…) Es un réquiem humano: el de un hombre que quiere la paz dando a Dios la responsabilidad de la creación”.

Los sonidos violentos y los del coro rebotaron en el edificio Chihuahua de Tlatelolco y estremecían al público que comenzó a congregarse desde más de una hora antes del concierto y no se movió a pesar de la lluvia.

La enérgica voz de María Katzarava fue menguando en el Libera me.

“Líbrame, Señor, de la muerte eterna en ese terrible día. Líbrame.”

Muy cerca de la tragedia, muy cerca de la memoria y el pesar vivo, el público aplaudió de pie a Plácido Domingo y a la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México (OFCM) y pidieron que cantara el tenor mundialmente famoso.

Éste se disculpó por no cantar pero prometió regresar “para hacer algo, cuando yo me sienta en condiciones, en este lugar tan significativo para todos, que nos trae tantos recuerdos. Vivamos con la emoción de hoy y con la esperanza de que nunca vuelvan a suceder las tragedias que han pasado en este lugar. Esperemos que la próxima vez no sea un Réquiem sino una canción alegre porque las cosas vayan mucho mejor”.

Sin embargo, el público empezó a cantar el Cielito lindo, la Orquesta siguió la melodía, y el coro comenzó a entonarlo alguien le hizo llegar a Plácido un sombrero de charro que se puso y el concierto concluyó finalmente con los presentes entonando este tema emblemático de México, sin la alegría cuando se entona en un encuentro de futbol.

Unos minutos antes, en presencia de Eduardo Vázquez Martín, Secretario de Cultura de la Ciudad de México, Cuauhtémoc Abarca, de la Coordinadora de Residentes de Tlatelolco, acompañado por vecinos de la zona, entregó reconocimientos a los ejecutantes y solistas del recital.

“Para el Maestro Plácido Domingo este momento simbólico -que marcó a toda la población de la Ciudad de México- representó también una pérdida personal, motivo que lo lleva a participar en este homenaje a través de otra de sus vertientes profesionales: la dirección orquestal”, apuntó el maestro José Areán.

“Con esta pieza de Verdi, sugerida por el propio Plácido Domingo, conmemoramos tanto la tragedia y las pérdidas que representó este terremoto, como el nacimiento la sociedad civil organizada”, señaló José Areán.

El Réquiem84’ o Misa de muertos (1874) del compositor Giuseppe Verdi es una de las piezas más reconocidas de este músico italiano, también creador de importantes óperas como Rigoletto (1851) y La Traviata (1853).

Esta obra, en la cual a lo largo de sus siete partes el compositor encara musicalmente el vacío que dejan las personas al fallecer, nació después de la muerte del novelista Alessandro Manzoni (1785-1873), amigo del músico, a quien Verdi dedicó esta pieza, y la cual fue ejecutada en la iglesia de San Marcos, Milán, un año después de su muerte bajo la dirección del propio Giuseppe Verdi.

Plácido Domingo, quien nació en 1941 en Madrid, España, logró en México su formación profesional, pues desde pequeño transitó por el ámbito musical a través de su voz, desde su debut en Monterrey en 1961, con el papel protagónico de Alfredo en la ópera La Traviata.

Con más de medio siglo de carrera profesional, Plácido Domingo ha recibido más de 50 premios y honores especiales, entre ellos doce Grammy Awards, los galardones más importantes de la industria musical y ha recorrido todas las capitales del mundo con la interpretación de 144 papeles operísticos distintos.

Durante las últimas tres décadas su intervención musical ha dialogado también con la dirección orquestal, y es en este rol que el ex director de la Ópera Nacional de Washington y actual Director General de la Ópera de Los Ángeles llega al país este viernes 18 de septiembre a dirigir a la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México.

El concierto fue dirigido en su primera parte por el maestro José Areán, cuando el público se cubría con hules y paraguas, que poco a poco fueron innecesarios pues dejó de llover. Plácido Domingo dirigió concentrado, conmovido, intenso, acaso recordando, al igual que los presentes.

En el concierto participaron la soprano María Katzarava, la mezzosoprano Grace Echauri, el tenor Dante Alcalá, el bajo Rosendo Flores y el Coro Enharmonía Vocalis, dirigido por Fernando Menéndez, todos mexicanos.

El Concierto-homenaje a las víctimas y rescatistas del terremoto en la Ciudad de México fue organizado por el Gobierno de la Ciudad de México, a través de la Secretaría de Cultura, como parte de un amplio programa de actividades para recordar el sismo de 1985.

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