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Lamentan el fallecimiento del actor Carlos Cobos

El Discurso
Miercoles, 13 de Junio de 2012

El actor de 52 años, fue galardonado recientemente con el Ariel a Mejor Coactuación Masculina por la película Pastorela. Foto: PI/Omar Hernández       ver galería

Considerado uno de los actores más polifacéticos del medio, Carlos Cobos tuvo la satisfacción de haber probado, en vida, los escenarios con público en vivo, los grandes sets de cine donde dejó impreso su estilo personal, así como de los foros de televisión en donde fue conocido por su inclinación hacia la comedia.

El actor de 52 años, galardonado recientemente con el Ariel a Mejor Coactuación Masculina por la película Pastorela, murió este miércoles 13 de junio, a causa de un derrame cerebral que lo mantuvo hospitalizado por más de un mes.

Cobos comenzó su carrera a finales de los años setenta en diversas puestas en escena independientes, a lo que siguió su incursión en el cine en 1986 con los cortometrajes Su completa satisfacción o la devolución de su alma y Un hijo para Eva.

De su trabajo en cine destacan películas como Pachito Rex y, en el terreno internacional, La leyenda del Zorro, asimismo participó en Conejo en la luna, de Jorge Ramírez Suárez, película por el que recibió su primer Ariel, también en el rubro de Mejor Coactuación Masculina.

Participó también en Las vueltas del Citrillo de Felipe Cazals y Carnaval de Sodoma, bajo la dirección de Arturo Ripstein, trabajo por el que también fue nominado al Ariel.

En teatro dejó memorables actuaciones en las obras Constante, basada en el texto de Pedro Calderón de la Barca; La secreta obscenidad de cada día y Un día cualquiera, de Dario Fo.

En 2001 la Asociación Mexicana de Críticos de Teatro le otorgó el premio al Mejor Actor de Monólogo por su interpretación en Divino pastor Góngora.

En una de sus últimas entrevistas, con motivo del estreno de la película Pastorela, Carlos Cobos afirmaba que la actuación era una segunda piel, una coraza a la que había de respetar mucho.

“Lo más fácil para un actor es ponerse la máscara, ya sea de villano, de bueno, de mártir, de gandalla y con eso construir un personaje que muchas veces cae en la farsa, sin embargo, el verdadero reto es plasmar en él una pizca de la propia personalidad, un ingrediente secreto de nuestra propia esencia como humanos, es ahí donde la máscara se convierte en un segundo rostro”.

Para Cobos, la naturalidad en la actuación surgía de factores tan misteriosos que convertían al actor en un eterno estudiante de la naturaleza humana.

“Estoy de acuerdo con Staninslavski parcialmente, porque la concentración, la imaginación y la relajación son muy importantes, sin embargo, siempre hay algo más que sale de toda medición y es en ese pequeño terreno donde surge lo que llamamos verdad al momento de interpretar a un personaje”.

Y agregó el actor: “Sueño con el día de ver dignificado al medio actoral, somos personas que a veces despertamos mucho cariño en el escenario, pero que en la vida normal no cotizamos ni para que nos otorguen una tarjeta de crédito en los bancos. Yo estoy convencido de que nuestro gremio es tan importante como el de los arquitectos, porque con nuestro granito de arena hemos construido sueños, que es la materia prima más importante de cualquier nación”.

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