La gente de fuera se enriquece con nuestro trabajo: bordadora otomI
El Discurso
Domingo, 23 de Junio de 2019
El director creativo de Carolina Herrera, Wes Gordon, utilizó los pájaros y gallos rodeados de árboles y hojas sueltas que caracterizan la laboriosa técnica del bordado Tenango en su colección Resort 2020.
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Rodeada de pilas de mantas bordadas rojas, azules y amarillas, Glafira Candelaria, indígena mexicana de 59 años que habla español con dificultad, se indigna al referirse a la reciente colección de la casa de modas Carolina Herrera, que usó diseños textiles de su pueblo.
Nomás está copiando nuestro trabajo, lo que estamos haciendo, pero así no se vale, dice en su casa.
Vive en San Nicolás, un empobrecido pueblo del municipio de Tenango de Doria, Hidalgo, en una zona de montañas habitada mayoritariamente por otomíes.
El director creativo de Carolina Herrera, Wes Gordon, utilizó los pájaros y gallos rodeados de árboles y hojas sueltas que caracterizan la laboriosa técnica del bordado Tenango y los diseños de otras dos comunidades mexicanas en su colección Resort 2020, lo que provocó la protesta del gobierno mexicano, que pidió a Carolina Herrera ?casa de modas neoyorquina fundada en 1980 por la diseñadora venezolana del mismo nombre? una explicación sobre lo que consideró apropiación de la iconografía autóctona.
La colección rinde homenaje a la riqueza de la cultura mexicana y reconoce el maravilloso y diverso trabajo artesanal del país, argumentó el estadunidense Gordon, quien tomó las riendas creativas de la empresa hace un año de manos de Herrera, quien tiene 80 años.
Pero Glafira y sus vecinos no aceptan esa explicación. La gente que viene de afuera nomás se hace rica con nuestro trabajo, con lo que estamos haciendo porque lo venden bien caro. Esas personas también se pueden demandar o pedir perdón, añade Glafira, cuyo rostro se ensombrece al ver las fotografías de los vestidos de la colección Resort 2020, que se venden en miles de dólares.
La Carta Internacional de Derechos Humanos reconoce la propiedad intelectual como parte de los derechos fundamentales del hombre, y la Ley Federal del Derecho de Autor en México establece que se tienen que respetar todas las obras que se consideren de arte popular o artesanal. También ordena reconocer con una mención clara y directa a la comunidad indígena de la que proceden esas obras, en caso de usarse para crear nuevos productos.
Si bien no hay una apropiación de los diseños, el caso podría ameritar una infracción en materia de comercio por haber omitido la mención de la comunidad étnica y quien tiene que demandarla es el gobierno mexicano, dijo a Afp la abogada experta en derechos de autor Dafne Méndez.
La madre de Glafira, Josefina José Tavera, de 87 años, vive en la parte trasera de su casa, en un cuarto pequeño con piso de tierra, donde el único aparato eléctrico es el foco que cuelga del techo. Es reconocida en el pueblo como la creadora, junto con su madre, de la técnica y diseño textil Tenango.
Tavera ya no oye y su vista cada día está peor. Hace tiempo que borda poco y se dedica a recolectar hojas para temazcal de El Cirio, montañas de las que regresa caminando lentamente cargando un gran bulto sobre su cabeza. ¡Si no fuera por mis manos no habría esta artesanía!, dice molesta en su casa, donde acumula cartones de huevos que usa como sillas.
La anciana y su madre fallecida se inspiraron en esas imágenes para crear el bordado que identifica a su comunidad.
Los artesanos dedican unas cinco horas diarias a tejer en seis meses un camino de mesa y hasta un año y medio para un mantel de seis metros, que venden entre 65 y 250 dólares respectivamente.
El uso de los diseños de comunidades indígenas en pasarelas internacionales no es nuevo. Zara, Mango, Isabel Marant y Rapsodia son otras marcas que han sido señaladas de apropiarse diseños de los pueblos indígenas de México.
Lo que tienen que hacer es que vengan directamente con nosotros. En primer lugar, que sea reconocido el artesano para que otras personas sepan de dónde sale. Que nos traigan trabajo, dice en su taller y casa, Oliver López, joven otomí, quien, como Carolina Herrera también ha creado minivestidos con los diseños del bordado Tenango y otras prendas, pero sin el éxito de esa casa de moda.