La familia grande, el libro de pedofilia que cimbra a la intelligentsia parisina
El Discurso
Viernes, 15 de Enero de 2021
Camille Kouchner relata cómo su hermano gemelo sufría cada noche el asalto sexual de su padrastro, sin poder reaccionar ni comunicárselo a su madre.
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Francia sufre el impacto de un Enola Gay editorial. Un libro/bomba que después de su publicación, el 6 de enero, sigue haciendo temblar a toda la intelligentsia francesa, a la izquierda caviar y a sus ramificaciones político-culturales.
La familia grande, escrita por Camille Kouchner, desvela que uno de los hombres más poderosos del mundo intelectual parisino, el politólogo Olivier Duhamel, agredió sexualmente durante dos años a su hijastro, un menor de 13 años. Han pasado ya más de 30 años de los hechos, tres décadas de silencio y omertà (ley del silencio mafiosa) de una élite intelectual que conocía el escándalo, pero que prefirió callarlo y no denunciar al poderoso y hasta hoy respetado catedrático constitucionalista.
Camille Kouchner relata cómo su hermano gemelo sufría cada noche el asalto sexual de su padrastro, sin poder reaccionar ni comunicárselo a su madre, quien vivía en una especia de veneración hacia su nuevo marido.
Para comprender la onda de choque de la explosión, hay que percatarse de la amplitud de la endogamia en la que se ha reproducido durante los pasados 40 años la casta político-intelectual de la izquierda francesa.
Casta endogámica en la burguesía de izquierda
La víctima sexual de Olivier Duhamel es hijo de Bernard Kouchner, uno de los creadores de la organización no gubernamental Médicos Sin Fronteras, apóstol de la injerencia humanitaria internacional, ministro en varios gabinetes socialistas, desde la presidencia de François Mitterrand, hasta ejercer como responsable de exteriores de Nikolas Sarkozy, entre otros cargos.
Su hijo, llamado Víctor en el libro de su hermana gemela, para no desvelar su verdadero nombre, es fruto de su unión con una de las primeras feministas francesas y especialista en derecho, Evelyne Pisier, figura de la izquierda en los años 60 y amante de Fidel Castro durante cuatro años, según recuerda hoy la prensa francesa.
Por su parte, Olivier Duhamel, es hijo de un político centrista varias veces ministro de Georges Pompidou y de la editora literaria que después se casaría con el poderoso editor Claude Gallimard. Duhamel contrajo matrimonio con Evelyne Pisier tras el divorcio de ésta con Kouchner. La ceremonia civil, a la que asistió el Ghota de la intelectualidad francesa, fue oficiada en 1987 por el socialista Michel Rocard, que al año siguiente ejercería como jefe de gobierno del presidente Mitterrand.
Las vacaciones en la casa de la Costa Azul de la pareja Duhamel-Pisier reunían a buena parte de esa intelectualidad, que se trasladaba por unos días desde su base de Saint Germain-des-Pres a las playas mediterráneas. En un ambiente de libertad total, los niños asistían a los juegos de seducción de unos adultos possesentayochistas, que pasaban el día desnudos en la piscina. En ese paraíso veraniego se inició el infierno del joven Kouchner, que sólo se atrevió entonces a revelar su drama a su hermana gemela, Camille.
Camille Kouchner dice en su libro que cuando años más tarde confesaron a su madre el escándalo, ésta reaccionó protegiendo a su marido, pero desde entonces se entregó al alcohol. Hasta 2008, Bernard Kouchner no se enteró del asunto, pero su hija no le deja tampoco muy bien parado y denuncia que no tenía mucho tiempo para ocuparse de ellos.
Muerte sospechosa
La que sí se tomó en serio la agresión sexual fue la hermana de Evelyne Pisier, la famosa actriz Marie-France Pisier, quien insistía en denunciar públicamente el caso. Marie-France fue encontrada en el fondo de su piscina, en agosto de 2011, con un pesado sillón de hierro forjado enlazado sobre su cuerpo. No se encontraron pruebas para relacionar su actitud con su extraña muerte.
La autora del libro que conmociona al tout Paris y avergüenza al resto de Francia dice que no podía seguir ocultando el horror al tiempo que su padrastro recibía un honor tras otro. El último fue ser elegido el año pasado presidente del selecto club Siècle, que reúne desde la época de la liberación nazi a políticos, periodistas, empresarios y lideres sindicales, en una selección del establishment nacional.
Olivier Duhamel se ha negado a hacer declaraciones, pero ha dimitido de todas sus funciones. Además de la presidencia de Siècle, ostentaba la de la fundación Nacional de Ciencias Políticas (Sciènces Po), otro de los centros universitarios de la élite francesa, la dirección de la revista Pouvoirs, miembro del comité de dirección del Instituto Montaigne, director del programa de radio Madiapolis, en la radio privada Europe 1, y comentarista político en la televisión La Chaîne Info.
Duhamel, integrante del Partido Socialista en el pasado, fue eurodiputado y uno de los más arduos defensores de la Constitución europea que los franceses rechazaron por referendo en 2005.
Los temblores del seísmo Duhamel pueden alcanzar también a otras figuras de la escena política francesa. Especialmente a aquellos que estaban al corriente de lo que él admitía en privado como actos horribles. Entre ellos, el abogado Jean Veil, quien le integró en su gabinete. Veil es uno de los hijos de Simone Veil, la ministra centrista que defendió la llegada del derecho al aborto en Francia en 1975.
Por su parte, el director de la escuela de Sciences Po, se niega a dimitir y se encuentra cada mañana con una manifestación de sus estudiantes que le piden desaparecer.
La posición de la ex ministra socialista de Justicia, Elisabeth Guigou, era también delicada. Guigou formó parte de la banda de La familia grande, de los allegados de Olivier Duhamel durante décadas. Recientemente fue nombrada presidenta de la comisión sobre la violencia sexual ejercida en menores. Jueces y abogados pidieron su dimisión; ella asegura no haber estado al corriente de los hechos denunciados hoy, pero se ha visto obligada a renunciar a su puesto.
En los años 70 y hasta 2000, la lista de intelectuales franceses defensores de la pedofilia es larga. El 23 de mayo de 1977, en las páginas de Le Monde, 80 miembros de la intelligentsia parisina entre ellos, Jean-Paul Sartre, Michel Foucault, Roland Barthes, Simone de Beauvoir, Alain Robbe-Grillet, Jacques Derrida o Philippe Sollers, firmaron una petición para pedir que la ley no criminalizara las relaciones sexuales de adultos con menores de 15 años. Ahora, los que aún viven, como Daniel Cohen-Bendit, prefieren ocultarlo.
Hoy, el incesto es en Francia un fenómeno de proporciones espectaculares. Según un sondeo realizado en el pasado mes de noviembre, uno de cada 10 franceses dice haber sido víctima de violencia sexual durante su infancia. Ochenta por ciento de los casos dentro del ámbito familiar.
La justicia ha abierto diligencias contra Olivier Duhamel, pero la ley francesa establece una prescripción de 30 años para ese delito. Entre otra de sus aberraciones, la legislación francesa es una de las pocas en Europa que no señalaba una edad específica para establecer el consentimiento a un acto sexual, que desde 2020 se fija en 15 años.
Olivier Duhamel era también asesor del Consejo Constitucional. Algunos se explican ahora las razones por las que el principal órgano jurídico del país nunca se tomó muy en serio este drama nacional.