INHA explora tres sitios Mayas inéditos
El Discurso
Jueves, 06 de Diciembre de 2012
Se trata de espacios subterráneos de Campeche y Yucatán: dos cuevas semisecas y un cenote. Foto:PI/Curt Bowen
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Se trata de espacios subterráneos de Campeche y Yucatán: dos cuevas semisecas y un cenote, en este último se descubrió cerámica muy estilizada, elaborada antes de nuestra era.
El estudio de estos espacios, donde también se halló pintura mural temprana, confirma el uso ritual que los mayas dieron a estos lugares en la época prehispánica.
Arqueólogos subacuáticos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta), exploraron recientemente tres espacios con abundantes materiales antiguos de la cultura maya: dos cuevas semisecas, en Campeche, y un cenote en Yucatán, este último destaca por la presencia de cerámica muy estilizada y elaborada antes de nuestra era, con dos mil 300 años de antigüedad aproximadamente, la única en su tipo que se ha encontrado hasta el momento en cenotes de la península.
Dichos espacios subterráneos se suman a los más de 30 sitios registrados por el Atlas Arqueológico Subacuático para el registro, estudio y protección de los cenotes y cuevas inundadas en la Península de Yucatán, bajo la responsabilidad de la arqueóloga Pilar Luna Erreguerena. Desde 2001, esta iniciativa atiende los reportes que sobre estos lugares hacen espeleobuzos, espeleólogos y personas de las comunidades.
Para Helena Barba Meinecke, responsable de Arqueología Subacuática para la Península de Yucatán, el registro en detalle del par de cuevas y del cenote, así como de los elementos arqueológicos hallados, confirma el uso ritual que se le daba a estos espacios en la época prehispánica.
“Ir a lugares remotos y de difícil acceso, para elaborar sus propios materiales —como es el caso de varios metates que hallamos en uno de ellos— y colocarlos en lugares muy específicos, nos habla de una inversión de tiempo importante”, anotó la arqueóloga del INAH.
Cenote San Manuel
Por sus características, sobresalen piezas localizadas en el Cenote San Manuel, Yucatán. El acceso a este cuerpo de agua, de 20 metros de profundidad, es a través del pozo del poblado y es necesario bajar por rapel.
El buceo dentro del mismo no puede exceder los 20 minutos, por lo que se requirió relevo de equipos y se necesitaron al menos seis horas de logística para extraer dos vasijas mayas elaboradas probablemente entre los años 300 a.C. y 200 d.C (durante el periodo Preclásico Tardío), a través de la boca del tiro del cenote que tiene un metro de diámetro.
Una de las vasijas, quizá una vertedera, es de forma globular y asa trenzada, posee rostro antropomorfo y cuerpo fitomorfo; mientras, la otra muestra un rostro maya con diadema, detalle que conserva pigmentos azul y rojo.
“Hasta el momento no se habían encontrado este tipo de elementos cerámicos tan estilizados en espacios subterráneos inundados de la península, ni en semejante estado de conservación. Son materiales únicos que podían quedar expuestos al saqueo si no los hubiéramos extraído”, refirió Helena Barba Meinecke, experta de la Subdirección de Arqueología Subacuática (SAS) del INAH.
En este mismo espacio inundado, abundó, se detectaron ofrendas alrededor del ‘monte debrí’, formado por restos de la bóveda del cenote. “En esta área se vislumbraron aproximadamente 30 objetos cerámicos más: ollas bicromas, cuencos de tipo naranja esgrafiado, vasos decorados, así como otras vertederas. También, en el fondo del cenote hallamos carbón y restos óseos humanos, entre ellos un esqueleto, al parecer completo”.
La especialista dijo que para la exploración fue trascendental la participación de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Medio Ambiente de Yucatán (Seduma), de los descubridores Curt Bowen y Walter Pickel, y de la comunidad misma, que desde la entrada del cenote acompañó a los expertos de la SAS y de los centros INAH Yucatán y Campeche.
Asimismo —subrayó la arqueóloga Helena Barba —, existe el compromiso de elaborar reproducciones fieles de las vasijas extraídas y exponerlas en un área interactiva en el poblado de San Manuel, con el objetivo de difundir la relevancia de estos descubrimientos.
Cueva Huachabí
Las exploraciones del proyecto Atlas Arqueológico Subacuático, realizadas durante la primera quincena de noviembre pasado, continuaron en la cueva semiseca Huachabí, en Campeche, donde los hallazgos no fueron menores.
Esta cueva —con más de 500 m de longitud en su parte más amplia y que tiene dos vertientes— se halla dentro del sitio arqueológico Miramar, aún sin explorar, en la región Chenes. En su interior, al que se llega bajando por rapel 20 m, están distribuidos cerca de 50 espacios con ofrendas de distinta proporción.
Helena Barba hizo énfasis en que se observó un patrón de ofrendas, como lo apuntan restos de hogueras que estaban asociados con objetos de cerámica (ollas naranjas decoradas y negras esgrafiadas de 20 cm) que fueron rotas en la época prehispánica con fines rituales, y en algunos casos también con restos óseos, en su mayoría de animales.
Se tomaron muestras del carbón para su fechamiento, mientras la arqueóloga Eunice Uc, investigadora del Centro INAH-Yucatán, trabaja en la definición de los tipos cerámicos para proporcionar una cronología; los contextos probablemente puedan datar del periodo Clásico maya (600-900 d.C.).
También, inmediatos a esos materiales, se detectaron fragmentos de pintura mural en distintas cámaras de la cueva, que por la poca simetría de sus diseños (antropomorfos y representaciones de insectos y vegetales que habitan el entorno subterráneo), y que fueron elaborados con arcilla roja tomada de la propia caverna, pudieran tener mayor antigüedad que el resto de elementos hallados.
Cueva Aktun aam
Bautizada como Aktun aam, por la gran cantidad de arañas violinista (Loxosceles laeta) que se hallan en sus rincones, en esta cueva ubicada también en Campeche y a la que se ingresa por rapel en un ángulo de casi 15°, es probable que se hayan celebrado ceremonias de iniciación o purificación, entre otros rituales, debido a la disposición de los objetos descubiertos, así como a restos de materiales que indican la elaboración de los mismos en su interior.
La arqueóloga Barba Meinecke explicó que en cada ramal de la caverna —con 200 m profundidad—, estaban depositados, generalmente en conjuntos, ollas color negro con esgrafiado, así como metates y manos de metate, rotos intencionalmente, y que se elaboraron con la misma piedra caliza de la cueva.
Mientras —añadió— en la parte central de la caverna había varias vasijas redondas y grandes, del tipo negro esgrafiado, todas rotas y dispuestas en fila bocabajo.
“Estos contextos no pueden corresponder a un mismo evento, aunque sí a una misma temporalidad, esto se va a definir a través de los estudios de las muestras de cerámica y de manos de metate, que se tomaron de tres ofrendas”, anotó.
Finalmente, Helena Barba dijo que la exploración y registro de estos espacios no hubiera sido posible sin un equipo, conformado por integrantes de la SAS, de los centros INAH Yucatán y Campeche, de la Semarnat a través de Seduma, del Gobierno del Estado de Yucatán, estudiantes de la Universidad Autónoma de Yucatán, además de la colaboración de las comunidades de San Manuel, en Yucatán, y Bolonchén y Chuiná, en Campeche.