Francisco Toledo dedica Duelo a las víctimas de la violencia
Merry Macmasters/La Jornada
Viernes, 23 de Octubre de 2015
No sabemos qué va a pasar en México. No sabemos si la violencia va a parar, o la habrá en toda la República... Foto: PI/Octavio Nava
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En medio de aplausos y vivas el artista plástico Francisco Toledo inauguró anoche la exposición Duelo, en el Museo de Arte Moderno (MAM).
El tema de la muestra, integrada por 95 piezas de cerámica, gira en torno a la violencia, los desaparecidos, las huellas de la delincuencia y el dolor. Sin embargo, el artista visual, promotor cultural y activista no pierde la esperanza de que se haga el milagro y las cosas cambien.
No sabemos qué va a pasar en México. No sabemos si la violencia va a parar, o la habrá en toda la República... o ya la hay. No sé, ojalá que no, pero no sabemos. Hay gran inconformidad en todo el país, hay injusticia y mucha pobreza que también empuja a las personas, expresó Toledo, quien se reunió ayer con un reducido grupo de reporteros para aclarar dudas.
A la pregunta de si tiene esperanza, después de soltar una pequeña risa, el expositor contestó, pues, ahorita digo que sí. Se le recordó que no ha sido inmune a esta situación de inseguridad, ya que lo han amenazado por su activismo social: Sí, pero hasta ahora no ha pasado más allá de las amenazas y, bueno, allí estamos. A ratos tenemos miedo, a ratos no.
En el encuentro con la prensa, donde también estuvo presente la escritora Elena Poniatowska, efectuado después de un recorrido por la muestra, en la mañana, Toledo prefirió en todo momento hablar de la obra que desde hace medio año empezó a preparar para el MAM, en el taller La Canela, de Claudio Jerónimo López Cedillo, en San Agustín Etla, Oaxaca. Conoció al ceramista hace 30 o 40 años en el taller de Hugo Velázquez, en Cuernavaca, Morelos.
Trabaron amistad, y cuando se iniciaron los proyectos en Oaxaca de hacer talleres para el Centro de las Artes San Agustín, en Etla, Toledo lo invitó a que se instalara allá, cosa que hizo hace seis o siete años.
La museografía de la exposición estuvo a cargo de la artista textil Trine Ellitsgaard, esposa de Toledo. También participaron en el proyecto sus hijos Sara y Jerónimo.
El artista trajo a colación que el tema de Duelo es la violencia, pero no de ahora, sino de su experiencia en los años 70 del siglo pasado, cuando nacía la Coalición Obrera Campesina Estudiantil del Istmo de Tehuantepec (Cocei). “Todas las administraciones municipales eran priístas, con la Cocei se dio el gran cambio. Creo que la primera vez que hubo un municipio no priísta en México fue en Juchitán. Costó vidas y hubo una larga lista de desaparecidos.
“En ese momento hice una serie de grabados llamada Libertad para Víctor Yodo, líder de la Cocei, desaparecido, porque se suponía que lo tenían encarcelado; en realidad lo habían matado. Fue la única vez que traté el tema; ahora lo retomé, por lo que ha pasado en Guerrero con los desaparecidos.”
Cada pieza encierra una historia. En la exposición hay personajes que tienen gorras de beisbol, algunas con la letra T, no de Toledo, sino de Tlatlaya, por las ejecuciones que se perpetraron en el estado de México.
Por ejemplo, una pieza contiene un zapato de hombre: En 2006 hubo inconformidad contra el gobierno de Ulises Ruiz, en Oaxaca. La ciudad estuvo tomada y de noche desaparecían personas. Me tocó ver, camino al Instituto de Artes Gráficas, zapatos de tacón de señoras, abandonados en frente del atrio de Santo Domingo. Era muy impresionante, porque seguro eran de personas que se habían llevado.
En el recorrido, a cargo de Sylvia Navarrete, directora del MAM, se refirió a una pieza que representa un perro. Toledo explicó que en la tradición indígena estos animales acompañan a las almas a cruzar los ríos, ríos de sangre, de podredumbre; entonces, antiguamente, enterraban a las personas con perros.
La primera exposición de cerámica que hizo Francisco Toledo fue en 1971, en la galería Juan Martín; siguieron otras en espacios particulares.
En 2006 realizó una en el Museo de Arte de la Secretaría de Hacienda: El barro siempre me ha gustado desde que empecé mi carrera de pintor. Siempre tenía barro o plastilina a la mano, pero en un principio no había posibilidades de ir a un taller o cocer las piezas; muchas fueron destruidas. Ahora tenemos el taller en San Agustín Etla. Voy a seguir un rato más, porque las sustancias que uso perjudican la salud.
Tomado de la edición impresa del Periódico La Jornada
Viernes 23 de octubre de 2015, p. 3