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En el desierto de Atacama, claves para indagar si hay vida en Marte

El Discurso
Viernes, 07 de Abril de 2017

El desierto de Atacama en Chile, el más árido y antiguo del planeta, esconde las claves que podrían revelar los misterios de Marte.       ver galería

El desierto de Atacama en Chile, el más árido y antiguo del planeta, esconde las claves que podrían revelar los misterios de Marte, dando luces de eventuales formas de vida en el planeta rojo.

El extenso desierto, donde se recorren kilómetros sin avistar nada más que rocas y arena, con temperaturas que pueden variar hasta 40 grados entre el día y la noche, es uno de los lugares más parecidos a Marte en la Tierra.

Con una humedad de entre 2 y 3 por ciento, que la convierte en una de las zonas más áridas del mundo, allí se han desarrollado formas extremas de vida que los científicos creen que podrían albergar secretos de la evolución y la supervivencia en la Tierra y en otros planetas como Marte.

Son microorganismos (arqueas, bacterias y cianobacterias) que desarrollaron adaptaciones muy específicas para vivir en condiciones extremas: prácticamente sin agua, con una altísima radiación solar y una casi nula presencia de nutrientes. Su resistencia intriga a los investigadores, que realizan pruebas en una zona conocida como estación Yungay, en medio de este desierto de 105 mil kilómetros cuadrados en el norte de Chile.

Si logramos entender cómo viven estos microorganismos, cómo obtienen humedad, cómo se adaptan a esas condiciones, probablemente en un futuro cuando tengamos información de formas de vida en otros planetas, tengamos un correlato acá en la Tierra, afirmó la bióloga Cristina Dorador mientras rompía pequeñas rocas de sal bajo un sol inclemente y un fuerte viento.

Expectativas

Y si en el lugar más parecido a Marte en la Tierra hay vida en estas condiciones, se cree que formas similares podrían también encontrarse en el planeta rojo.

Si la vida existiera allá, probablemente sería muy similar a ésta, reiteró Dorador, académica de la Universidad de Antofagasta, quien analiza las muestras en un laboratorio móvil instalado en una camioneta, con la que recorre zonas áridas en busca de microorganismos también conocidos como extremófilos.

Marte, uno de los planetas más cercanos a la Tierra, llama desde hace décadas la atención de los científicos, un interés alimentado también por la ciencia ficción. El robot Curiosity de la Nasa busca desde hace cuatro años distintas formas de vida, enviando a la Tierra imágenes de la superficie del planeta rojo muy similares a las de Atacama, con extensas planicies desiertas en las que sólo sobresalen formaciones rocosas en tonos grises.

Otro robot de la Nasa, el Krex-2, completó en febrero su segunda temporada de pruebas perforando los suelos en las cercanías de Yungay, una misión en la que participan investigadores de Chile, Francia, Estados Unidos y España y que tiene previsto alargarse hasta 2019.

Las condiciones extremadamente secas han persistido en el desierto de Atacama por lo menos de 10 a 15 millones de años, y posiblemente mucho más. Sumado a la fuerte y constante radiación ultravioleta del sol, esto significa que la poca vida que hay en Atacama es en forma de microbios que viven bajo tierra o en las rocas, explicó la Nasa en un comunicado a propósito de esa misión.

Del mismo modo, si la vida existe o alguna vez existió en Marte, la sequedad de la superficie del planeta y la exposición a la extensa radiación probablemente la llevaría bajo tierra. Eso hace que lugares como Atacama sean buenos para practicar buscando vida en Marte, añadió el reporte.

Estudiar Marte es quizás entender cómo la vida nació en la Tierra, una de las grandes dudas de la humanidad aún sin respuesta, señaló el astrónomo francés Christian Nitschelm, profesor de astrofísica de la Universidad de Antofagasta.

A diferencia de la Tierra, Marte es un planeta que parece detenido en el tiempo, una especie de estado bloqueado en una época del sistema solar, sostiene, por lo que eventuales hallazgos de vida fósil podrían dar luces del origen de nuestro propio planeta.

Algunos hallazgos recientes de trazos de agua y gas metano alimentan las esperanzas de encontrar aquí alguna forma de vida, algo que, sin embargo, no se ha podido comprobar.

Nitschelm es categórico: Si no hay vida en Marte es seguro que no la hay en otro lugar del sistema solar.

Desde que en 1960 la Unión Soviética envió una primera sonda a Marte, varias expediciones de sondas y robots han sido enviadas para desentrañar sus secretos, y pese a que hasta ahora no se han conseguido los resultados esperados no disminuye el interés de la comunidad científica. La Nasa anunció que para 2018 mandará un nuevo robot, el InSight, mientras en 2020 la misión ruso-europea Exomars proyecta enviar otro humanoide para perforar el suelo marciano.

En septiembre pasado, el entonces presidente estadunidense, Barack Obama, anunció su intención de enviar humanos en la década de 2030, posibilidad refrendada por su sucesor, Donald Trump, quien recientemente despachó una ley que definió como objetivo central de la Nasa las misiones tripuladas al espacio lejano, con el planeta Marte en la mira.

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