Descubren decena de entierros en la delegación capitalina de Azcapotzalco
El discurso.
Miercoles, 11 de Julio de 2012
Descubren figurillas femeninas asociadas a la fertilidad. Foto INAH
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Más de una decena de entierros y diversas estructuras arquitectónicas que datan de la época prehispánica, han salido a la luz en un predio de la avenida Aquiles Serdán, cercano al centro de la delegación capitalina de Azcapotzalco. De acuerdo con arqueólogos, el descubrimiento es evidencia de un barrio de comerciantes tepanecas que tuvo su esplendor hace 700 años, un par de siglos antes del dominio del imperio mexica en la Cuenca de México.
El hallazgo, resultado de las labores de salvamento arqueológico que realizan expertos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta), confirma que el actual barrio de San Simón Pochtlán fue residencia de las familias de pochtecas o comerciantes durante la época precolombina, hacia 1200-1300 d.C.
Se trata de un espacio de élite que fue parte de un conjunto cívico-ceremonial, lo que se deduce por la cercanía de la Capilla de San Simón, la cual fue edificada durante la Colonia sobre un teocalli, una gran plataforma prehispánica.
En el predio en cuestión, el equipo de la Dirección de Salvamento Arqueológico del INAH, con apoyo de estudiantes de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, sólo ha ubicado contextos de la época moderna y prehispánica, lo cual responde al hecho de que hasta 1950, buena parte del territorio de Azcapotzalco era ocupado por ejidos y ranchos.
Calas de aproximación, unidades de sondeo para conocer cómo los antiguos habitantes adecuaron el terreno para ocuparlo, y cinco unidades de excavación para liberar vestigios culturales y arquitectónicos —que permiten conocer la asociación de distintos espacios—, son el resultado de dos meses de trabajos arqueológicos, que se extenderán de modo indefinido debido a la continua aparición de vestigios, principalmente de entierros.
La arqueóloga Alejandra Jasso Peña, quien dirige las labores de prospección, informó que en una de las unidades de excavación, de aproximadamente 4 m de ancho por 22 m de largo, se han registrado al menos una decena de entierros en posición sedente —debido a que fueron amortajados con un fardo—, casi todos infantiles, lo que habla de la alta tasa de mortalidad de niños en sus primeros tres años de vida, en ese periodo (1200-1300 d.C.).
La mayoría de estos depósitos funerarios, que se hallan dentro de fosas excavadas en el sustrato, están distribuidos bajo un patio que estuvo apisonado. Todos los entierros infantiles presentaron ofrenda, compuesta por objetos cerámicos: flautas, sahumadores, incensarios, copas, cajetes, malacates con representaciones de aves, y platos —varios volteados bocabajo como símbolo de lo efímero de la vida—, algunos de los estilos Azteca II (característicos por el tono negro sobre naranja) y Rojo Texcoco.
En dicho espacio, abundó Jasso Peña, además se halló el entierro (también sedente) de una mujer que debió tener alrededor de 25 años a la hora de su muerte, la cual debió ser posparto, pues la osamenta se halló cubriendo los restos óseos de un neonato. El esqueleto portaba un ajuar, compuesto por un par de orejeras y una pulsera con cuentas de obsidianas de diversos tonos, en forma de gotas, lo que indica que se trató de un personaje importante del barrio de los pochtecas.
Asimismo, a unos metros del mismo patio, se ubicó el entierro de otro infante, el cual destaca por un cajete —de mayores proporciones con respecto a otros— que se le ofrendó, y porque también estaba acompañado por los restos óseos de un perro, indicativo de que el animal fue sacrificado para acompañarlo en “la otra vida”.
Además, en los alrededores de un altar (de 4 m por 6 m) estaban dispersos algunos cráneos que mostraban perforaciones simétricas en ambos parietales. De acuerdo con Alejandra Jasso, pudieron formar parte de un tzompantli o muro de calaveras, quizá de tipo vertical, pues los horizontales se comenzaron a utilizar en etapas posteriores, ya cuando los mexicas dominaban la zona.
Jorge Arturo Talavera González, investigador de la Dirección de Antropología Física del INAH, detalló que en el área del patio también se localizaron tres copas (dos de tipo pulquero y una trípode) que contenían restos de cráneos cremados. Dado que en algunas fuentes se menciona que personajes de élite eran incinerados para evitar la putrefacción del cuerpo, no se descarta que los descubiertos en San Simón Pochtlán correspondan a miembros importantes del barrio de comerciantes.
Sobre los entierros hallados en posición sedente, el especialista del INAH comentó que éstos denotan el conocimiento que los tepanecas tenían sobre el proceso de rigor mortis, de manera que flexionaban y amortajaban el cuerpo durante las primeras tres horas luego del fallecimiento de la persona.
Una plataforma de 16 m de longitud, el altar, una serie de vestigios de cuartos y el patio mencionados, además de los restos de un drenaje, se cuentan entre los elementos arquitectónicos que se han detectado en el subsuelo, a partir de calas, unidades de sondeo y de excavación.
La arqueóloga Alejandra Jasso hizo hincapié en que en los rellenos de la excavación también se han encontrado varios entierros secundarios, es decir, que el individuo fue removido o sus restos fueron puestos en un sitio distinto al original. En estos mismos contextos, se han hallado figurillas femeninas asociadas a la fertilidad, y vasos vinculados al culto de los dioses Tláloc y Quetzalcóatl, lo que permite reconocer las deidades veneradas por estos antiguos grupos.
Resaltó que el salvamento arqueológico en el barrio de San Simón Pochtlán, es de las escasas oportunidades que se han tenido para explorar lo que fue el centro cívico-ceremonial de la antigua ciudad tepaneca de Azcapotzalco.
Por ejemplo, finalizó, a inicios de los años 80, con la construcción de la Línea 6 del Metro, en el tramo de la estación Azcapotzalco, se exploró un asentamiento en San Marcos Izquiztlán, donde fueron descubiertos alrededor de 400 entierros y gran cantidad de malacates y agujas de cobre, tales materiales sugerían que el barrio se dedicó posiblemente a la actividad textil, participando en ella hombres y mujeres, como tejedores e hilanderos.
La línea dinástica de los señores de Azcapotzalco, entre 1200 y 1300 d.C., incluye a los siguientes gobernantes: Quauhtzintecuhtli, Ilhuicamina, Matlacóhuatl, Tezcacohuatl y Tezcapuctli. Hacia fines del siglo XIV, Azcapotzalco —localizada en el noreste de la Cuenca de México— era la principal fuerza político-militar de esta área, y controlaba un extenso territorio.
No obstante, la ciudad fue tomada entre 1428 y 1429 por tropas huexotzincas, texcocanas y mexicas, y a partir de ese momento se procedió a considerarlo como un centro secundario, sujeto a un nuevo centro de poder, Tlacopan, que sería la nueva sede del señorío tepaneca, dentro de la unidad política de la Triple Alianza.