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Deja enorme huella Vicente Leñero

El Discurso
Miercoles, 10 de Diciembre de 2014

Leñero nació en Guadalajara, Jalisco, el 9 de junio de 1933. Foto: Antonio Nava.       ver galería

> El escritor, periodista y dramaturgo excepcional, quien fue, sobre todo, maestro de varias generaciones, ejemplo de profesionalismo congruencia y honestidad, falleció el 3 de diciembre

> A pesar de ser un referente de la literatura mexicana de las últimas seis décadas, Leñero nunca se tomó en serio su obra. Utilizaba la ironía y la risa para combatir la solemnidad y la pedantería: Eduardo Vázquez Martín, titular de Cultura del DF

El miércoles 3 de diciembre marca el fin de una época en las letras, la dramaturgia y el periodismo de México.

Ese día falleció Vicente Leñero, quien con su obra novelística y dramática abordó con mirada crítica a las clases sociales del México del siglo XX.

El novelista, dramaturgo, cuentista, guionista y periodista Vicente Leñero (Guadalajara, Jalisco, 9 de junio, 1933-Ciudad de México, 3 de diciembre, 2014) tuvo su primera publicación en 1959 cuando apareció el libro “La polvareda y otros cuentos”, un texto que retrata temas de la ciudad y del campo.

Fue reconocido con el Premio Xavier Villaurrutia (2000) y el Premio Nacional de Ciencias y Artes en Lingüística y Literatura (2001).

“Lamentamos el sensible fallecimiento de Vicente Leñero, uno de nuestros grandes intelectuales: dramaturgo, narrador y periodista congruente”, escribió en su cuenta de Twitter el presidente del Conaculta, Rafael Tovar y de Teresa.

El Secretario de Cultura de la Ciudad de México, Eduardo Vázquez Martín, expresó que a pesar de ser un referente de la literatura mexicana de las últimas seis décadas, Leñero nunca se tomó en serio su obra. “Utilizaba la ironía y la risa para combatir la solemnidad y la pedantería.

Vicente Leñero (1933-2014), estudio Ingeniería civil en la Universidad Autónoma Nacional de México y periodismo en la Escuela Carlos Septién García.

Inició su recorrido como escritor en 1961 con La voz adolorida; se consolidó con Los Albañiles (1963), y entre su obra más conocida se encuentra El garabato (1967), El evangelio de Lucas Gavilán (1979), Asesinato (1985) y La vida que se va (1999).

Como guionista colaboró en películas emblemáticas como Los de abajo (1978), El callejón de los milagros (1995), La ley de Herodes (1999), El crimen del padre Amaro (2002) y El atentado (2010).

Recibió la beca del Instituto de Cultura Hispánica de Madrid en 1956, y a finales de la década siguiente, las del Centro Mexicano de Escritores y la Fundación Guggenheim.

Entre los reconocimientos se encuentra el Premio Biblioteca Breve de la editorial Seix Barral en 1963, el Xavier Villaurritia por su antología La inocencia de este mundo en 2001, y el Nacional de Ciencias y Artes de México en el área de “Lingüística y Literatura en el 2001”, así como la Medalla de Bellas Artes en 2011.

También trabajo en diarios El heraldo de México y Excélsior, además de ser subdirector del Semanario Proceso de 1977 a 1998. Asimismo, fue miembro de la Comisión Editorial en la Academia Mexicana de la Lengua, sitio en el que tomó posesión el 26 de mayo de 2011.

> La crítica de las costumbres

Vicente Leñero se ocupó en forma primordial de la crítica de las costumbres, del testimonio sobre la vida del periodismo en México, de los valores religiosos de sus personajes enmarcados en una problemática social y de la recreación de situaciones históricas.

“Comencé a estudiar periodismo porque pensé que ahí me enseñarían a escribir –me costaba un gran esfuerzo escribir, siempre me ha costado, no soy un escritor: aunque he escrito muchas cosas, la mitad debí no haberlas escrito–.

“Y sí, aprendí a escribir porque había clases de redacción y fui autodidacta, me esforcé por aprender los secretos del lenguaje escrito”, reveló Vicente Leñero a Christopher Domínguez Michael, quien escribió el artículo Entrevista a Vicente Leñero. El realista en el mundo.

En diversas entrevistas el narrador comentó que en algún momento renegó de los cuentos y pensó que ya no escribiría más. Entonces se lanzó a escribir novela. Su primera obra fue La voz adolorida (1961) cuya versión definitiva intituló años más tarde A fuerza de palabras. En esta pieza Vicente Leñero encontró su propio estilo, dejando paso abierto a la voz de su personaje que narra, sueña, relata.

Entre sus obras de novela se encuentran: El Cordoncito (1997); Los Pasos de Jorge Ibargüengoitia (2009); Teatro completo II (2011); Vivir del teatro (2012) y Más gente así (2013).Pero también libros entrañables: Los albañiles (1963) en donde el autor incursiona en diferentes estratos sociales y económicos de la Ciudad de México. En ella narra los problemas y las satisfacciones, el amor, la amistad y el resentimiento entre albañiles, arquitectos e ingenieros.
Estudio Q (1965) en donde elabora una historia en torno a un estudio de televisión en el que recrea la aventura de un actor que trata en vano de evadir su condición de personaje para existir fuera de los libretos que supuestamente han de otorgarle la vida.

El garabato (1967) una historia policiaca en la que se encuentra una novela dentro de la novela y en donde Leñero juega con la estructura narrativa al intercalar varias historias y combina el periodismo con la literatura.

Redil de ovejas (1972) en donde el autor -a través de distintos personajes- narra el fervor religioso de los años setenta; entre el género picaresco y el testimonial, en esta novela se rompen noviazgos por cuestiones de fe opuestas entre sí.

Los periodistas (1978) que reelabora los hechos ocurridos en 1976 con la destitución de la directiva del diario Excélsior y refleja las muchas contradicciones del sistema político mexicano.

El evangelio de Lucas Gavilán (1979), obra de denuncia que adapta el Evangelio de San Lucas a la vida del México de los años setentas en el que su personaje, Jesucristo Gómez es perseguido por los aparatos de represión hasta su aniquilamiento.

Y Asesinato (1985) que relata los hechos ocurridos la noche del 6 de octubre de 1978: los asesinatos del político nayarista Gilberto Flores Muñoz y de su esposa la escritora Asunción Izquierdo de Albiñana, muertos a machetazos en su domicilio.

“Algo que tienen sus textos es que no podemos saber si eso sucedió en verdad. Te leo y me trago todo lo que dices”, comentó el escritor Juan Villoro en la presentación del más reciente libro de Vicente Leñero Más gente así realizada el pasado mes de febrero en la XXXIV Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería.

La Colección Periodismo Cultural del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes reeditó en 2013 su libro Periodismo de emergencia.

> “Siempre tuve ese cosquilleo”

Como periodista Vicente Leñero colaboró en publicaciones del país y del extranjero: en los diarios El Heraldo de México y Excélsior, y en las revistas Claudia y Revista de Revistas, de las que fue director de 1969 a 1972 y de 1973 a 1976, y desde su fundación en el semanario Proceso del cual fue vicepresidente.

Vicente Leñero comentó que uno de sus intereses era escribir teatro, “siempre tuve ese cosquilleo. Mi padre era muy de teatro y nos llevaba a ver Don Juan Tenorio, de la que me sabía el primer acto de memoria” y a partir de este gusto empezó una carrera de dramaturgo que abordó el teatro histórico y de denuncia, el drama testimonial y urbano, y el de adaptación de sus propias novelas o de obras de otros autores.

Entre sus trabajos se encuentran: La noche de Hernán Cortés, Los albañiles, La Carpa, Estudio Q, Los hijos de Sánchez del libro homónimo de Oscar Lewis; Las noches blancas de la novela de Dostoievski; Compañero basada en la vida, actuación política y muerte de Ernesto Che Guevara; El juicio síntesis de las versiones sobre el juicio popular seguido a José de León Toral y a Concepción Acevedo de la Llata, acusados del asesinato de Álvaro Obregón.

La mudanza en donde el autor juega con lo real y lo fantástico al plantear la situación de una pareja que al mudarse de casa se enfrenta con el fantasma del desamor y el egoísmo; Alicia la historia de una mujer que decide dejar a su marido, cansada de ser dependiente y sumisa, para finalmente regresar y retomar su papel de esposa.

El Martirio de Morelos fue muy comentada por la crítica teatral., En ella desarrolla la última época de la vida de Morelos y la flaqueza que cometió este héroe de la Independencia para salvar su vida, al mandar una carta dirigida al virrey Calleja informándole quiénes eran los principales cabecillas del movimiento.

Nadie sabe nada aborda el tema de la relación prensa-poder y de la corrupción periodística. Y El Infierno una versión de la Divina Comedia hecha como homenaje a Dante.

“Pueblo rechazado (1968) fue el inicio un poco titubeante de mi carrera teatral, pensando en hacer algo así como un auto sacramental. Al final es una obra fallida, de estructura indecisa. La estrenamos el 12 de octubre, poco después de Tlatelolco, cuando había un hervidero muy grande. Armó mucho escándalo: el papa, la autoridad eclesiástica, imponiéndose y prohibiendo el psicoanálisis.

“Fue una obra que creció, hicimos muchas representaciones, a teatro lleno. Con esa obra dije: ´Voy a olvidarme un poco de la literatura´. Dedicarme durante algún tiempo al teatro me dio otra salida. Mi preocupación formal la pasé al teatro, a hacer teatro documental”, añadió Vicente Leñero en la entrevista de Christopher Domínguez Michael.

El dramaturgo también realizó varios guiones para televisión y cine, entre los que destacan: Los de abajo (1976); Cadena perpetua (1978); El callejón de los milagros (1995); La ley de Herodes (1999), El crimen del padre Amaro y La habitación azul (2002).

Recibió diversas distinciones; Premio Seix Barral en 1963 por su novela Los albañiles; Premio Juan Ruiz de Alarcón a la mejor obra estrenada en 1969 por Los albañiles y en 1979 por La mudanza.

El primer premio otorgado por la Agrupación de Periodistas Teatrales de México por Nadie sabe nada (1988); el Premio Manuel Buendía en 1994 por su trayectoria periodística; el Premio Xavier Villaurrutia (2000) y el Premio Nacional de Ciencias y Artes en Lingüística y Literatura (2001).

Fue nombrado miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua y tomó posesión de la silla XXVIII el 12 de mayo de 2011 con el discurso "En defensa de la dramaturgia” y el 21 de septiembre de 2011 fue galardonado, junto a José Agustín, con la Medalla Bellas Artes que otorga el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).

> Fuentes: Secretaría de Cultura de la Ciudad de México y Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.

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